Un Ministerio Para Las Ciudades

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Prefacio

A menudo, el salmo 48 es considerado como el “Salmo 23” de los habitantes de las ciudades. El Señor es “digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios” (vers. 1). La presencia de Dios en la ciudad es lo que la embellece, en su excelsitud: “el gozo de toda la tierra,... la ciudad del gran Rey” (vers. 2). El hecho de que Dios pueda identificarse con una ciudad terrenal debería alertarnos para ver el potencial de las ciudades de hoy a través de los ojos de Dios. MLC 7.1

No obstante, las ciudades, a menudo, se han alistado en contra de Dios; estas ciudades eran predominantes en los tiempos en que la Biblia fue escrita. Jesús, Moisés, David, Daniel y la mayoría de los profetas bíblicos tuvieron algo que ver con las ciudades; algunas de ellas eran enormes para esa época. Nínive era “ciudad grande en extremo, de tres días de camino” (Jon. 3:3), con “más de ciento veinte mil personas” (Jon. 4:11). Babilonia tenía unos 16 kilómetros de muros, que rodeaban a una población importante; y edificios monumentales, que incluían una de las siete maravillas del mundo antiguo. La Éfeso del Nuevo Testamento contaba con alumbrado público en su arteria principal, la famosa Vía de Arcadino. Roma, Alejandría, Antioquía, Atenas, Corinto, Susa y Tebas se encontraban entre las grandes ciudades de los tiempos bíblicos. MLC 7.2

Pablo fue el principal evangelista del cristianismo en las ciudades preeminentes del Imperio Romano. Pedro, Felipe, Apolos y otros líderes cristianos también evangelizaron en las metrópolis. Quienes están acostumbrados a pensar en las ciudades como lugares de maldad deberían recordar que, en visión, Juan vio que las intenciones supremas de Dios para la humanidad incluyen el proporcionarle una ciudad de incomparable gloria y gozo. MLC 7.3

Cuando caminó sobre la tierra, “recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio MLC 7.4

del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban... como ovejas que no tienen pastor” (Mat. 9:35, 36). Hoy, la mayor parte de la población mundial vive en las ciudades. Jesús ¿se preocupa menos por ella que por los habitantes de las ciudades de hace dos mil años? No es de extrañar que a Elena de White se le hayan brindado tantos consejos sobre la ciudad, con el fin de preparar a la iglesia para la evangelización y el ministerio urbano integral. Sin embargo, sus instrucciones sobre la obra metropolitana son menos conocidas que sus apelaciones a establecerse en ambientes más rurales; la corta compilación De la ciudad al campo (1946) ha dirigido una bien merecida atención a esos llamados. Como complemento a esa colección, este libro, Un ministerio para las ciudades, está diseñado con el propósito de ayudar a los lectores a comprender el plan de Dios para atender a las ciudades. Preparado en las oficinas del Patrimonio Elena G. de White, extrae sus citas no solo de artículos, libros y folletos de Elena de White, sino también de sus cartas y manuscritos. No se trata de una compilación exhaustiva de sus consejos sobre las ciudades pero, como colección representativa, es sumamente informativa. Abarca muchas áreas de instrucción que Elena de White recibió para la iglesia y su avance en las ciudades del mundo. A fin de ayudar al lector, se indican los años en que fueron expuestas las declaraciones incluidas en este libro. Para las cartas y los manuscritos, el año indica el momento de su redacción; para las demás fuentes, es la fecha de la primera publicación en ese formato. Las citas de Testimonios para la iglesia, tomos 1 al 5, reflejan el año de su primera publicación como folletos de Testimony. MLC 8.1

Han pasado muchas décadas desde que Elena de White escribió el último de sus consejos. En algunos aspectos, las condiciones que afrontamos hoy difieren de aquellas de las que habló. Al trazar planes para la obra actual, es necesario tener en cuenta la fecha, el lugar y otros factores: las condiciones pueden cambiar, los métodos de abordaje pueden variar; sin embargo, los principios detrás de los consejos continúan siendo los mismos. Estos principios deberían informar y dirigir nuestros esfuerzos para satisfacer los desafíos actuales. MLC 8.2

A medida que se acerca la segunda venida de Cristo, las palabras de Elena de White cobran nueva urgencia: “La obra en las ciudades es la obra esencial para este tiempo. Cuando se trabajen las ciudades como Dios desea, el resultado será la puesta en operación de un poderoso movimiento cual nunca se ha visto” (El ministerio médico, p. 403). Nuestro deseo y oración es que Un ministerio para las ciudades pueda ayudar a los lectores a comprometerse en mayor medida con la implementación de los consejos que hemos recibido, y a ser más eficientes en alcanzar a las ciudades con el mensaje de Cristo para los últimos días. MLC 9.1

Los fideicomisarios del Patrimonio Elena G. de White
Silver Spring, Maryland, EE.UU.