Mensajera del Señor

Consejo dado mediante una visión

En 1862, Elena, de 35 años de edad, y Jaime, de 41, estaban tratando diligentemente de balancear sus responsabilidades de la iglesia con el cuidado de sus tres hijos, que entonces tenían 15,13 y 8 años. En una visión Dios intervino para darles a los padres algunos consejos necesarios: “Se me mostró respecto a nuestra familia que hemos fracasado en nuestro deber; no los hemos reprimido. Los hemos consentido demasiado, tolerándoles que siguiesen sus inclinaciones y deseos y permitiendo que se entreguen a sus insensateces... Nos encontramos separados de ellos tanto tiempo que cuando estamos con ellos debemos trabajar con perseverancia a fin de ligar sus corazones a los nuestros para que incluso cuando nos ausentemos podamos ejercer influencia sobre ellos. Vi que debiéramos instruirlos con sobriedad y sin embargo con bondad y paciencia, de manera uniforme. Satanás tienta activamente a nuestros hijos y los induce a ser olvidadizos y a entregarse a insensateces para que nosotros nos descorazonemos y aflijamos, y luego decidamos censurarlos y encontrarles faltas con un espíritu que sólo los ofenderá y desanimará en vez de ayudarlos. MDS 58.8

“Vi que había sido un error reírse ante sus dichos y hechos y luego, cuando se equivocaban, caerles encima con mucha severidad aun delante de otros, lo que destruye sus delicados sentimientos y transforma en algo común el que se los censure por bagatelas y equivocaciones; de este modo se colocan accidentes y errores al mismo nivel de los pecados y las faltas reales. Se amargarán y cortaremos el cordón que los une a nosotros y nos da influencia sobre ellos... Hemos estado en peligro de esperar que nuestros hijos posean una experiencia más perfecta de lo que su edad nos permite esperar... MDS 58.9

“Nuestros hijos nos aman y cederán ante lo razonable, y la bondad tendrá una influencia más poderosa que la reprensión severa. El espíritu y la influencia que han rodeado a nuestros hijos requieren que los restrinjamos y los apartemos de la compañía de otros jóvenes y les neguemos privilegios que los niños comúnmente han disfrutado. Si en estas cosas tomamos el curso de acción que es nuestro deber tomar, nuestras palabras y acciones siempre debieran resultarles perfectamente razonables a nuestros hijos, para que su actitud no se amargue a causa de palabras duras o palabras dichas en una forma severa. Esto deja una herida o un aguijón en el espíritu de ellos que destruye su amor por sus padres y la influencia de sus padres sobre ellos”. 36 MDS 59.1

Para Elena de White, sus hijos constituían una elevada prioridad. 37 Sus anotaciones en su diario, sus cartas a otras personas y a sus hijos, todo indica su preocupación constante por ellos, especialmente por su crecimiento espiritual. 38 Consideró muy seriamente los defectos de ellos como también los propios. Después de un encuentro difícil con el joven Edson, ella escribió lo siguiente en su diario: “Tuve una entrevista con Edson. Me sentí sumamente angustiada y tuve la sensación de que la misma no fue conducida sabiamente”. 39 MDS 59.2

Algunos pocos se han preguntado en cuanto a ciertas expresiones que Elena de White usó en algunas cartas a sus hijos a comienzos de la década de 1860. En su tierno amor, apeló al alma de ellos de muchas maneras. En 1860 ella estaba hablando a niños entre 6 y 13 años de edad. Al tratar de explicar claramente y en un lenguaje sencillo los principios básicos de la experiencia cristiana esta madre de 33 años usó a veces un lenguaje que se parecía más a taquigrafía teológica, especialmente cuando escribió que el Señor ama a los niños “que tratan de hacer lo correcto”, pero que “Dios no ama a los niños malos”. 40 MDS 59.3

Así como algunos textos bíblicos difíciles debemos considerarlos dentro del contexto bíblico total, lo mismo debemos hacer con Elena de White. Por ejemplo, en Deuteronomio 7:10-11 notamos que Dios “da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia en persona le dará el pago. Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas”. En sí mismo este pasaje suena como muy duro, pero cuando se lo coloca en el contexto de toda la Biblia (junto a pasajes como Isa 1:18-20; Jer. 31:3; Juan 3:1617; Juan 14-17), su verdadero significado se vuelve claro. MDS 59.4

Notemos el contexto más amplio del consejo de Elena de White a los padres (1892): “Jesús querría que los padres y madres les enseñasen a sus hijos... que Dios los ama que su naturaleza puede ser cambiada y puesta en armonía con Dios. No enseñéis a vuestros hijos que Dios no los ama cuando hacen algo malo; enseñadles que él los ama tanto que su tierno Espíritu se aflige cuando ve que cometen una transgresión porque sabe que están perjudicando sus almas. No aterroricéis a vuestros hijos hablándoles de la ira de Dios, sino más bien procurad impresionarlos con su inexpresable amor y bondad, y de ese modo permitid que la gloria de Señor sea revelada ante ellos”. 41 MDS 59.5

En otras circunstancias, ella estableció claramente una diferencia entre el hecho de que Dios ame a una persona y que apruebe lo que esa persona pueda estar haciendo. 42 MDS 59.6

En términos teológicos claros, ella expuso el hecho de que el carácter determina el destino. Aun un Dios amante no modificará el carácter de las personas después de su muerte a fin de redimirlas. 43 MDS 59.7

Sin embargo, ¿cuánta teología puede entender un niño de seis años? Dios tuvo el mismo desafío cuando instruyó a los israelitas recientemente liberados después de su éxodo de Egipto. Usó lenguaje y métodos de un jardín de infantes —incluyendo las ilustraciones de una “caja de arena”: el servicio del santuario en el desierto— porque ese era el único nivel de lenguaje que ellos podían entender. A veces la amenaza de desaprobación y castigo puede atraer la atención de niños de seis años y de israelitas recientemente liberados, cuando el “lenguaje del amor’ no tendría ningún impacto. MDS 59.8

Elena de White usó ambos métodos al tratar con sus hijos, aparentemente con buenos resultados. 44 Los registros contienen numerosos casos en los cuales ella habló a sus hijos acerca de un Dios amigable, y en muchas ocasiones oró con ellos sobre su crecimiento espiritual. Si la joven Elena tuviese que hacer frente a un posible malentendido de sus palabras, ella rápidamente diría lo que, en esencia, expresó más tarde por escrito en forma más completa: “Lo que yo quise decir —y creo que los muchachos lo entendieron— fue que Dios no tolera la desobediencia, aunque siempre ama a los niños y niñas, buenos o malos. La desobediencia tiene consecuencias duras, y Dios, en su amor, no quiere que ellos sufran el precio de la desobediencia. 45 MDS 60.1

Una extensa porción de los consejos de Elena de White a la iglesia se concentran en la importancia del hogar y la atmósfera positiva en la que debieran crecer los niños. Los dos libros El hogar adventista y Conducción del niño (compilación de centenares de fragmentos de sus diarios, manuscritos y sermones) han sido estudiados con gratitud por miles de hombres y mujeres. A uno le resultaría difícil encontrar otro escritor que se haya concentrado tan clara o gráficamente en la elevada vocación de la madre y del padre cristianos. Sus lúcidos llamados a todos los padres a comprender su enorme responsabilidad de conducir a sus hijos al ciclo son memorables. MDS 60.2

Elena de White dio consejos sólo después de haberlos practicado. Por ejemplo: ” ‘¡Oh! —dicen algunas madres—, mis hijos me molestan cuando procuran ayudarme’. Así me pasaba a mí con los míos, pero ¿pensáis que se lo dejaba saber? Alabad a vuestros hijos. Enseñadles, renglón tras renglón, precepto sobre precepto. Esto es mejor que leer novelas, hacer visitas, o seguir las modas del mundo”. 46 MDS 60.3

Aunque se la conoce mejor a la Sra. White como una notable figura pública, para aquellos que la conocieron bien de cerca ella fue una madre y esposa cristiana consecuente que mantuvo una estrecha y tierna relación con su esposo y con sus hijos. MDS 60.4