Mensajera del Señor

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William Foy y Hazen Foss

Más relevantes para los primeros adventistas del séptimo día son las experiencias de William Foy y Hazen Foss. Ambos tuvieron visiones similares a la primera visión dada a Elena Harmon. MDS 38.3

William Ellis Foy (c. 1818-1893), un norteamericano negro que tenía entonces algo más de veinte años, recibió varias visiones dramáticas en 1842, algunos años antes de aquellas que recibieron Hazen Foss y Elena Harmon. La primera (18 de enero) duró dos horas y media, y la segunda (4 de febrero), ¡doce horas y media! Su condición física durante las visiones se asemejaba al estado de trance en que se hallaba Daniel. 24 MDS 38.4

Algún tiempo antes del 22 de octubre de 1844, Elena Harmon oyó hablar a Foy en el Salón Beethoven, en Portland, Maine. Unas pocas semanas más tarde, poco después de la primera visión de Elena en diciembre de 1844, Foy estuvo presente en una reunión celebrada cerca de Cape Elizabeth, Maine, durante la cual ella habló de su primera visión. “Cuando ella empezó, Foy se sintió absorto en lo que ella estaba diciendo; se contagió con el entusiasmo y la expresión que acompañaban a su presentación. Ella habló de cosas celestiales —de guías, de luces, de imágenes—, asuntos familiares a Foy... Arrebatado por el júbilo del momento, no pudo contenerse más. De repente, precisamente en el medio de la presentación de Elena, Foy emitió un grito de gozo, se puso de pie, y excitadamente ‘saltó hacia arriba y hacia abajo’. Como Elena lo recordó: ‘Oh, él alabó al Señor, alabó al Señor’. MDS 38.5

“El repitió vez tras vez que la visión de ella era justamente lo que él había visto. Sabía que no había manera de falsificar una experiencia tal; la de ella era legítima”. 25 MDS 38.6

En 1906 Elena de White rememoró sus conversaciones con William Foy. Recordó que él había tenido cuatro visiones, todas antes de su primera visión. “Fueron escritas y publicadas, y es... [extraño] que no puedo encontrarlas en ninguno de mis libros. Pero nos hemos mudado tantas veces”. Y luego dio de Foy una lisonja muy significativa: “El fue el portador de testimonios notables”. 26 MDS 38.7

Hazen Foss encontró a Elena Harmon en enero de 1845, en una reunión en Poland, Maine. Allí Elena había sido invitada por Mary Foss, su hermana, para que relatase su primera visión ocurrida un mes antes. 27 MDS 38.8

Se recuerda a Hazen, cuñado de Mary [Mary era la esposa de Samuel Foss], “como un hombre de delicada apariencia, porte agradable y educación”. Antes del 22 de octubre de 1844, había tenido una visión que describía el viaje de los adventistas (milleritas) a la ciudad de Dios. Se le instruyó a que hiciera pública esta visión junto con mensajes específicos de advertencia, pero declinó hacerlo. MDS 38.9

Después del 22 de octubre sintió que había sido confundido por su visión anterior. En su segunda visión, se le advirtió que si no era fiel en relatar la primera visión, se le quitarían la visión y la responsabilidad y serían dadas a alguien con aptitudes mucho menores. Hazen continuó temiendo el posible ridículo y rechazo por parte de sus compañeros milleritas. Finalmente creyó haber oído una voz diciendo: “Tú has contristado y ahuyentado al Espíritu del Señor”. MDS 38.10

Atemorizado ante esta perspectiva, convocó una reunión para relatar la visión. Pero después de varios intentos infructuosos para recordarla, declaró: “Se ha ido de mí; no pue- do decir nada, el Espíritu del Señor me ha dejado”. Algunos asistentes informaron que ésta fue “la reunión más terrible en la quejamás hayan estado”. MDS 38.11

Después de esta experiencia, Hazen encontró a Elena en Poland, Maine. Aunque invitado a la reunión, él permaneció fuera de la puerta cerrada, aunque lo suficientemente cerca como para oír su mensaje. Al día siguiente le dijo a Elena: “El Señor me dio un mensaje para llevar a su pueblo y yo rehusé después de que se me dijo cuáles serían las consecuencias; fui orgulloso; no me resigné al chasco... Le oí hablar a usted anoche. Creo que me han sido quitadas las visiones, y le han sido dadas a usted. No se niegue a obedecer a Dios, porque será a riesgo de su alma. Yo soy un hombre perdido. Usted ha sido escogida por Dios; sea fiel en hacer su obra, y recibirá la corona que yo podría haber tenido”. 28 MDS 39.1