Mensajera del Señor

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Cómo entendía Elena de White la manera en que funciona la inspiración

No una inspiración a medias. Elena de White era franca: “O está Dios enseñando a su iglesia... o no lo está haciendo. La obra es de Dios, o no lo es... No hay medias conclusiones en el asunto. Los Testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo”. 44 Fuera de la distinción obvia entre lo común y lo sagrado, la obra de la Sra. White no puede dividirse entre lo inspirado y lo menos inspirado: “El Espíritu Santo es el autor de las Escrituras y del espíritu de profecía [una metonimia por los escritos de Elena de White]... No deben ser tergiversados y alterados para significar lo que el hombre puede desear que signifiquen”. 45 MDS 421.1

Este sentido de dirección divina impidió que Elena de White comentase sobre asuntos respecto a los cuales no tenía ninguna luz especial. En 1909 un ministro sintió que necesitaba consejo. La Sra. White le contestó, en parte: “Si el Señor me da instrucción definida concerniente a usted, se la entregaré; pero no puedo arrogarme responsabilidades que el Señor no me ha pedido que asuma”. 46 MDS 421.2

A menudo fue ayudada divinamente para escribir y hablar. En la introducción frecuentemente citada de El conflicto de los siglos, Elena de White escribió respecto a la revelación: “Un escritor percibe con más fuerza cierta parte del asunto; comprende los puntos que armonizan con su experiencia o con sus facultades de percepción y apreciación; otro nota más bien otro aspecto del mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección del Espíritu Santo, presenta lo que ha quedado inculcado con más fuerza en su propia mente. De aquí que encontremos en cada cual un aspecto diferente de la verdad, pero per fecta armonía entre todos ellos”. 47 MDS 421.3

Elena de White reconocía que el Espíritu Santo la “guiaba” en el proceso de escribir así como también la “impresionaba” en el proceso de revelación, aunque en una manera diferente. Ella explicó: “Aunque dependo tanto del Espíritu del Señor para escribir mis visiones como para recibirlas, sin embargo las palabras que empleo para describir lo que he visto son mías, a menos que sean las que me habló un ángel, las que siempre incluyo entre comillas”. 48 MDS 421.4

A veces ella luchaba para encontrar las palabras apropiadas. En una carta de 1901 compartió su gratitud por la ayuda de su Señor: “El obra a mi mano derecha y a mi izquierda. Mientras formulo por escrito un asunto importante, está a mi lado, ayudándome. Despliega ante mí mi trabajo y cuando estoy perpleja tratando de encontrar una palabra adecuada con la cual expresar mi pensamiento, la trae en forma clara y distinta a mi mente. Siento que cada vez que pido, aun mientras estoy hablando, él responde: ‘Aquí estoy’ ”. 49 MDS 421.5

El profeta no siempre controla el tiempo en que ha de presentar el mensaje. Elena de White escribió: “A veces las cosas que he visto están ocultas de mí después que salgo de la visión y no puedo recordarlas hasta que soy llevada delante de una congregación donde se aplica la visión. Entonces vienen con fuerza a mi mente las cosas que he visto. Dependo tanto del Espíritu del Señor para relatar o escribir una visión como para tenerla. Es imposible que yo recuerde cosas que me han sido mostradas a menos que el Señor las haga surgir delante de mí en el momento que a él le place que yo las relate o escriba”. 50 MDS 421.6

Interpretando símbolos. La Biblia emplea con frecuencia símbolos para enseñar lecciones que de otro modo no se habrían entendido o recordado. Generalmente el profeta explica los símbolos en una forma bastante literal. 51 MDS 421.7

Elena de White recordó cómo “en sesiones de la noche el Señor me da instrucción en símbolos, y luego explica su significado”. 52 Al describir el futuro de la Obra de publicaciones (1894), ella escribió que “se me había presentado la obra en sus comienzos como un arroyo pequeño. Al profeta Ezequiel se le dio una visión referente a aguas que salían ‘de debajo del umbral de la casa... al sur del altar’... Esta obra se me presentó extendiéndose a... todas partes del mundo”. 53 El símbolo transmitía el significado que de otro modo habría requerido muchas palabras. MDS 421.8

En otra ocasión le escribió al Dr. Kellogg durante sus años de crisis y le mencionó que en una visión se lo representaba como “tratando de empujar un carruaje largo en una cuesta empinada. Pero este carro, en vez de ir cerro arriba, continuaba yendo hacia abajo. Este carro representaba el negocio de alimentos como una empresa comercial”. 54 Una descripción muy gráfica que le ahorró a ella muchas palabras que de otro modo se habrían necesitado. MDS 422.1

La mayoría de los símbolos fueron dados no para crear misterios sino para comunicar la verdad en una manera gráfica, usando una economía de palabras. Tratar de interpretar literalmente la mayoría de los símbolos falsificaría u oscurecería la verdad. Algunos símbolos de la Biblia señalan a la realidad, a eventos o lugares literales. El servicio del santuario dado por Dios a Moisés es un ejemplo de un símbolo literal que apunta a un lugar literal. Al considerar las lecciones del santuario, la Sra. White escribió: “Todos necesitamos recordar el tema del santuario. No permita Dios que la multiplicación de palabras procedentes de labios humanos reduzca la creencia de nuestro pueblo en la verdad de que hay un santuario en el cielo, y que una vez se construyó en esta tierra un diseño de este santuario. Dios desea que su pueblo se familiarice con este diseño, recordando siempre el santuario celestial, donde Dios es todo y en todo”. 55 MDS 422.2

Armonía en una línea recta de verdad. Al dar una mirada retrospectiva en 1905, Elena de White animó a sus lectores a notar que en sus muchas páginas de instrucción “hay una cadena recta de verdad sin una sola sentencia herética”. 56 La clave de esta armonía se encuentra en la revelación del tema del Gran Conflicto, especialmente como está expuesto en la doctrina del santuario. Ella dijo que “el asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran Movimiento Adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante”. 57 MDS 422.3