Mensajera del Señor

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Capitulo 36— Hermenéutica/5
Autoridad y Relación con la Biblia

“El Espíritu de Dios descansa sobre mí con poder, y no puedo sino hablar las palabras que me han sido dadas. No me atrevo a retener ni una palabra del testimonio... Hablo las palabras que me han sido dadas por un poder superior al poder humano, y aunque quisiera, no puedo revocar una sola frase. En sesiones de la noche el Señor me da instrucción en símbolos y luego explica su significado. Me da la palabra y no me atrevo a rehusarme de darla al pueblo” .1 MDS 416.1

Durante más de un siglo los adventistas del séptimo día han creído que Elena de White fue inspirada en la misma manera y con el mismo grado que los profetas bíblicos. Al mismo tiempo, no hacen de sus escritos otra Biblia; los escritos de ella difieren en función y alcance, no en autoridad. MDS 416.2

¿Pero cómo comprendía Elena de White su autoridad? Desde sus años de adolescente hasta sus días finales, tuvo una comprensión clara de su tarea divina. Centenares de veces precedió sus mensajes con la frase, “Se me mostró ”, o “El Señor me mostró ”. He aquí sus reflexiones sobre esos primeros tiempos: “Cuando el Señor comenzó a darme mensajes para que los comunicase a su pueblo, me resultaba difícil declararlos, y a menudo los suavizaba tanto como me fuese posible por temor a agraviar a alguno. Fue para mí una gran prueba presentar los mensajes como el Señor me los daba ”. 2 MDS 416.3

La reacción usual hacia todos los profetas, incluso hacia Jesús mismo, ha consistido en plantear varias preguntas básicas: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad? ” 3 ¿Cuál es tu trabajo? ¿Quién te envió? MDS 416.4

Elena de White contestó a menudo esas preguntas. El Señor la había enviado “para consolar a su pueblo, y para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica ”. 4 MDS 416.5

La Sra White se sintió a menudo rechazada. Durante las horas oscuras de la confusión teológica del Dr. Kellogg en 1902, ella le escribió a su cuñado, S. T. Belden: “No debo deprimirme, sino debo pronunciar las palabras del Señor con autoridad y luego dejar las consecuencias en sus manos. El Gran Médico me instruye para que hable su palabra, sea que los hombres la escuchen o no ”. 5 MDS 416.6

A su hijo, W. C. White, le escribió: “El enorme sentido de mi responsabilidad se posesiona de tal modo de mí que me siento sobrecargada como un carro bajo las gavillas. No deseo sentir menos agudamente mi obligación hacia el Poder superior. La Presencia está siempre conmigo, asegurándome autoridad suprema y teniendo en cuenta el servicio que yo rindo o retengo ”. 6 MDS 416.7

Durante la confrontación con Ballenger a comienzos del siglo XX, ella reflexionó de este modo: “Se formula la pregunta, ¿Cómo sabe la Hna. White respecto de los asuntos sobre los cuales habla tan resueltamente, como si tuviese autoridad para decir esas cosas? Hablo así porque resplandecen en mi mente cuando estoy en perplejidad, como un relámpago que sale de una nube oscura en la furia de una tormenta. Algunas escenas que me han sido presentadas hace años no las he retenido en mi memoria; pero cuando esa instrucción se hace necesaria, a veces incluso cuando estoy de pie ante la gente, el recuerdo viene vivido y claro, como el resplandor de un relámpago, trayendo con claridad a la mente esa instrucción particular. En tales ocasiones no puedo abstenerme de decir las cosas que fulguran en mi mente, no porque he tenido una nueva visión, sino porque aquello que me fue presentado quizás años atrás, ha vuelto con fuerza a mi mente ”. 7 MDS 416.8

Ella le escribió al evangelista W. W. Simpson, que estaba trabajando en el sur de California en 1906: “Estoy agradecida que la instrucción contenida en mis libros estableció la verdad presente para este tiempo. Estos libros fueron escritos bajo la demostración del Espíritu Santo ”. 8 MDS 417.1