Mensajera del Señor

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La elipse de la verdad

Sin embargo, el tema del Gran Conflicto cambia esos círculos opuestos en una elipse. Al usar el principio de la elipse, 47cada círculo encuentra que sus verdades atesoradas (por las cuales sus adherentes han estado dispuestos a morir) se han preservado en forma segura, incluso se han visto grandemente realzadas. En la elipse, la verdad se une en una forma tal que sus componentes fundamentales no se ven como antitéticos sino como correlativos. 48 MDS 260.4

La verdad no es la suma de paradojas. La verdad es la unión de componentes en forma tal que cuando uno de ellos no está conectado con el otro, ocurre algo serio incluso a esa porción de la verdad que cada grupo estima como algo precioso. Por ejemplo, H20 es otra forma de decir “agua”. El hidrógeno y el oxígeno por sí mismos son muy importantes, pero sin su debida unión, el agua no existe. La cuestión de si el hidrógeno o el oxígeno es más importante resulta sin sentido cuando uno necesita beber agua. La verdad acerca del agua es que el agua no existe a menos que ambos, el hidrógeno y el oxígeno, estén en una debida relación mutua. Lo mismo es cierto con los componentes de la elipse de la verdad. 49 MDS 260.5

Otra forma de ilustrar la utilidad de la analogía de la elipse es observar cómo Elena de White habla de la ley y el Evangelio no como verdades antitéticas sino correlativas. De esto se desprende que la ley no prohíbe lo que el Evangelio permite, y el Evangelio no permite lo que la ley prohíbe. Además, destacar la ley en la experiencia del cristiano no es incursionar en el legalismo. Elena de White recalcó cómo Jesús rechazó el legalismo de los fariseos que conducía al cautiverio y al orgullo, a la vez que destacaba que la ley guiará al cristiano “hasta que pasen el cielo y la tierra”. 50 El cristiano obedece la ley de Dios no para impresionarlo sino para honrarlo, no en un acatamiento temeroso sino en una sumisión agradecida y una gozosa lealtad. MDS 260.6

En la filosofía y la teología, los dos círculos que representan los “dos lados” usuales de casi cada discusión, se conocen generalmente como “objetivismo” y “subjetivismo”. Pensadores teológicos y filosóficos extraordinarios pueden ser catalogados en uno u otro de los dos círculos. Las diversas iglesias dentro del cristianismo también pueden catalogarse como siendo “objetivistas” o “subjetvistas”. La historia de la teología es la historia de cuál círculo predomina en el momento; y la oscilación periódica, el movimiento pendular persistente entre los dos focos de la elipse, es tan predecible cómo la salida del sol. 51 MDS 260.7