Mensajera del Señor

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La llave que abrió los misterios

La plomada teológica de Elena de White, gobernada por el tema del Gran Conflicto y afirmada por revelación, permaneció la misma, incluso cuando sus ideas se profundizaban. Su discernimiento teológico proveyó un centro unificador que ayudó a los miembros de iglesia a compartir con otros, en una forma lúcida y convincente, el mensaje coherente. Por ejemplo, su comprensión por escrito de la doctrina del santuario se convirtió en el microcosmo del plan de salvación. Esta enseñanza no sólo fue la “llave” que abrió el misterio del Chasco de 1844, sino que “reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran Movimiento Adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante... La luz del santuario iluminaba lo pasado, lo presente y lo porvenir”. 44 MDS 260.1

Desde los primeros días de su ministerio profético, Elena de White vio en los mensajes de los tres ángeles (Apoc. 14:1-12) “la cadena perfecta de verdad”, y del interior de esta cadena fluyó la doctrina del santuario. Estos mensajes bíblicos le “fueron representados [a ella] como un ancla que sostiene la nave”. 45 MDS 260.2