Mensajera del Señor

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Reconocimientos

Los libros rio surgen en un vacío. Una vida entera de influencias diversas se vuelca en la mente de un autor, y todas esas personas, libros y maestros del pasado de uno le dan un cúmulo de conocimiento que guía al autor en el desarrollo de su manuscrito. Reconocer todas esas contribuciones sería imposible porque se han vuelto pensamientos sin rostro, pero este autor está agudamente consciente de este inmenso depósito que otros han llenado para él. MDS xi.1

Pero respecto a la tarea específica de responder al pedido de la Junta Directiva de Educación Superior de la iglesia y del Centro White, este autor desea dar crédito a aquellos que han hecho posible este libro un tanto técnico. MDS xi.2

Sin la enorme visión y las habilidades editoriales de Kenneth H. Wood, este libro no habría sido concebido ni completado en su estado actual. Su enfático mensaje de aliento y sus claros conceptos sobre el tema compartidos por más de tres años, durante la investigación y redacción del texto, proveyeron el ambiente para pensar en áreas que para muchos habían estado en penumbra. MDS xi.3

Los dos directores del Centro White bajo quienes este libro fue encargado y luego terminado, Paul Gordon y Juan Carlos Viera, no sólo me han alentado sino que me han provisto de conceptos valiosos en puntos cruciales. Nora Collins, la incansable y eficiente directora asociada, animosamente introdujo en la copia final de la computadora las muchas sugerencias y comentarios del autor frecuentemente revisados. MDS xi.4

El Centro White tiene la fortuna de contar con dos experimentados eruditos en sus especialidades particulares: Jim Nix en historia adventista y enseñanza, y Tim Poirier, archivista y artífice técnico de los materiales de Elena de White. Aunque ellos no son responsables de ningún error u omisión que se haya deslizado, han contribuido mucho al nivel de exactitud logrado en este libro. Además de estos dos eruditos, debo mucho— a los doctores Robert Olson y Roger Coon. quienes en años pasados han investigado cuidadosamente muchos temas tratados en el libro. MDS xi.5

Entre muchos otros que han provisto ayuda oportuna y sugerencias están mi hermano Melvyn, que sirvió como mi recopilador de datos en el misterioso mundo del Internet, encontrando, en muchas ocasiones, información muy huidiza casi inmediatamente; los doctores John Scharffenberg y Gaiy Fraser, que pacientemente leyeron los capítulos sobre salud e hicieron contribuciones a los mismos; el Dr. Richard Schwarz, que usó su micrómetro historiográfico al revisar las páginas finales; y Francis Wernick, Neal Wilson y Rowena Rick, miembros de la junta directiva del Centro White, que leyeron y criticaron el manuscrito. MDS xi.6

También deseo expresar mi aprecio especial a eruditos y especialistas talentosos, como P. Gerard DaMdsteegt, Fritz Guy, Bert Haloviak, Roland Hegstad, Robert Johnston, Mervyn Maxwell y Alden Thompson, quienes compartieron valiosas ideas sobre ciertos puntos del texto. MDS xi.7

Ningún autor puede ir muy lejos sin una casa publicadora que brinde comprensión y aliento. Robert Kyte y Russell Holt proveyeron el toque necesario en los momentos apropiados, lo que mantuvo abierta y luminosa la ventana hacia el futuro; estaban decididos a que el producto que saliese de sus manos fuese digno del tema del libro. MDS xi.8

Y a todo esto deseo añadir la contribución de mi comprensiva compañera, mi querida Norma, quien continuamente reajustó prioridades durante tres años y medio, al captar las dimensiones de esta tarea. ¡A Dios sea la gloria! MDS xi.9

HerbertE. Douglass