Mensajera del Señor

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SECCION IV—La Voz de un Movimiento

Capitulo 17—Organización, Unidad y Desarrollo Institucional

“No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada”. 1 MDS 182.1

El ministerio de Elena de White y el surgimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día son inseparables. Tratar de entender el uno sin el otro haría que cada uno fuese ininteligible e indescubrible. Elena de White y la historia de la Iglesia Adventista están integrados en pensamiento y estructura como lo están los elementos formativos de un idioma. 2 MDS 182.2

Elena y Jaime White eran el centro de apoyo y de aliento para esos milleritas que más tarde llegaron a ser los adventistas sabatistas (observadores del sábado). Jaime White, un organizador extraordinariamente flexible, abarcó en forma simultánea muchos aspectos de un movimiento creciente como pocos podrían haberlo hecho. A su lado, llena de valor en virtud de una sinceridad santa y una consagración sin reservas, Elena de White animaba con visiones intrépidas a la creciente “pequeña grey”. Al cabo de unas pocas décadas, este equipo de un administrador y una profetisa condujo a un grupo modesto de Nueva Inglaterra a una misión internacional. Aunque eran el centro humano de un movimiento mundial, no reclamaron reconocimiento, ni recompensa, ni aun comodidades terrenales. 3 MDS 182.3

Por una parte, los White denunciaban valientemente los males del orden social; por la otra, inducían a decenas de miles a captar un cuadro de cómo el Evangelio trae restauración espiritual, social y física en esta vida, todo en cumplimiento del mandato divino de preparar a un pueblo para encontrarse con el Señor que pronto vendrá. De este énfasis doble —un abandono de las costumbres pertmbadoras de las prácticas mundanas y el compromiso a decirle al mundo los principios del reino de Dios—, emergió una red internacional de instituciones médicas y educativas, respaldadas por veintenas de casas publicadoras y una red misionera mundial. 4 MDS 182.4

Elena de White era la fuerza guiadora indiscutida detrás de este impulso. Su “voz” unificadora y motivadora continúa proveyendo luz y una dinámica con sentido de urgencia mucho después de su muerte en 1915. 5Sin embargo, uno de los factores únicos que la distinguen de otros que pretendieron poseer el don profético en el siglo XIX6 es que ella nunca se percibió a sí misma como la dirigente de un movimiento nuevo. Nunca se desvió de su simple autopercepción de que era solamente la mensajera de Dios para el movimiento adventista. MDS 182.5

La Sra. White mantuvo la vista concentrada en la comisión divina según se la expone en Apocalipsis 14, una tarea que uniría finalmente a todos los que buscasen la verdad, de todo continente y de todo trasfondo étnico, social y económico; también tenía la vista fija en el grupo básico que iba a hacer creíbles estas buenas nuevas de la invitación divina de los últimos días a un mundo destinado al juicio. Ella sabía que si los principios del Evangelio no obraban en las vidas de aquellos que lo proclamaban, los resultados serían mínimos. Para ella, la prioridad más elevada de la iglesia era la de reflejar una vida semejante a Cristo, lo que haría que el Evangelio de Cristo fuese atractivo y convincente. 7 MDS 182.6