Mensajera del Señor

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Capitulo 12—La Oradora en Demanda

“Y leían en el libro de la ley de Dios claramente,y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh.8:8). “Animemos a todos a usar un lenguaje sencillo, puro y elevado. El habla, la pronunciación y la voz, cultive estos talentos, no bajo la dirección de algún famoso instructor mundano, sino bajo el poder del Santo Espíritu de Dios”.1 MDS 124.1

Probablemente no ha habido un orador público que tuviese un comienzo más desfavorable que Elena Harmon, pero a fines de 1844 ella oyó la invitación: “Da a conocer a otros lo que te he revelado”. Nada le causó más desesperación. Oraba para ser liberada de esta carga; hasta “deseaba la muerte”. 2 MDS 124.2

¿Estaba siendo meramente modesta? ¿Su reticencia era motivada por la humildad cristiana? En cierta manera hemos de contestar “S픑 a ambas preguntas, pero ella también era realista, así como cualquiera que conocía a esta “frágil” jovencita de 17 años, de apenas 36 kilogramos (80 libras). Sus contemporáneos no esperaban que viviese; sus problemas respiratorios parecían ser fatales. En sus propias palabras. “Era menuda y endeble, sin trato social y naturalmente tan tímida y apocada que me era muy penoso encontrarme entre personas desconocidas”. 3 MDS 124.3

¿Qué ocurrió cuando Elena Harmon aceptó la primera invitación a relatar su visión en Poland, Maine? Movida por un sentido del deber, capaz de hablar sólo en un susurro, ella comenzó a comunicar “a los demás” lo que Dios le había revelado. Después de cinco minutos su “voz resonó clara y firme”, y habló “con completa facilidad y soltura durante cerca de dos horas”. 4 Cuando terminó, reaparecieron sus problemas vocales hasta la siguiente vez que se puso de pie ante el público para compartir su mensaje. Con cada nueva “restauración” de la fuerza y la soltura vocal, ella se sintió más segura que estaba siguiendo la senda del deber. MDS 124.4

Desde ese comienzo nada promisorio, los setenta años de servicio público de Elena de White revelan un registro asombroso e imprevisto. Ella llegó a ser una oradora en demanda tanto por parte de los adventistas como de los no adventistas. Durante muchas décadas fue uno de los principales oradores en las sesiones de la Asociación General y posiblemente la oradora más deseada en los campestres de costa a costa. Los no adventistas escuchaban de a miles (los auditorios oscilaban de 20 a 20.000) y con gran aprecio sus sermones evangelísticos, mucho antes de que hubiera sistema público de megafonía. 5 MDS 124.5

¿Cómo lo hacía? Sin duda Dios le ayudó en forma especial cuando ella avanzó por fe en 1845. Ella tuvo otras experiencias similares a la que mencionaremos seguidamente, ocurrida en el campestre de Healdsburg, California, en octubre de 1882. Durante el verano ella se había agotado debido a sus muchos viajes y predicaciones, y al hecho de que había estado escribiendo vigorosamente. 6 Aunque confinada a su cama, pidió que la llevasen a una carpa grande para descansar en un sofá. Después que J. H. Waggoner terminó su sermón, ella le pidió a su hijo que la ayudase a llegar al púlpito. MDS 124.6

Al recordar más tarde el incidente, ella escribió: “Durante cinco minutos estuve allí tratando de hablar y pensando que éste era el último discurso que debía hacer: mi discurso de despedida... De pronto sentí que un poder descendió sobre raí, como una descarga de electricidad. Pasó por mi cuerpo y llegó hasta la cabeza. Las personas dijeron que vieron claramente la sangre que afluía a los labios, los oídos, las mejillas, la frente”. MDS 124.7

Un comerciante de la ciudad se puso de pie y exclamó: “Estamos viendo un milagro que se realiza ante nuestros ojos. ¡La Sra. White ha sido sanada!” MDS 125.1

El pastor Waggoner, el orador anterior de ese día, escribió en su informe a Signs: “Su voz y apariencia cambiaron, y durante algún tiempo habló con claridad y energía. Luego invitó a aquellos que deseaban dar el primer paso en su servicio a Dios y a los que estaban alejados en la apostasía, que pasasen adelante, y un número considerable respondió al llamado”. 7 MDS 125.2