Mensajera del Señor

La dama Victoriana

Sin embargo, aunque Elena de White era un valiente ejemplo de la fuerte mujer pionera del siglo XIX, ella desplegaba las características de la dama victoriana. La in-vestigadora Kathleen Joyce señaló un pasaje ampliamente citado de Barbara Welter, quien enumeró cuatro virtudes por las cuales era juzgada la mujer victoriana: “... piedad, pureza, espíritu sumiso y dedicación a los asuntos domésticos. Reunáraoslas y veremos que significan madre, hija, hermana, esposa: mujer. Sin ellas, no importa que hubiese fama, logros o riqueza, todo era cenizas. Con ellas se le prometía a ella felicidad y poder”. 24 MDS 105.4

Joyce agregó el área de “la salud y la atención médica de las mujeres” como otra característica especial de la mujer victoriana. Ella señaló que la trayectoria de Elena de White fue un constante equilibrio entre el cumplimiento de sus obligaciones victorianas (matrimonio, maternidad, ama de casa) y la respuesta a su llamado profético. “Su fragilidad, las visiones sobre las cuales no tenía control, su renuencia, particularmente en los primeros años, a aceptar una posición de liderazgo que requería de ella ser más que la amanuense de Dios, revelan un patrón particularmente femenino de la profecía religiosa. Era un patrón que reconciliaba la necesidad de las mujeres de ser siervas antes que patrones, y servía para reforzar la reconfortante percepción de las mujeres como vasos pasivos a través de los cuales Dios y los hombres llevan a cabo grandes logros. Por adherirse a este patrón, Elena de White se convirtió en el tipo de profetisa que la América victoriana podía tolerar”. 25 MDS 105.5

La Sra. White manifestó una de las muchas características del modelo Victoriano por su uso frecuente de eufemismos. Por ejemplo, al referirse a las relaciones sexuales, ella usaba frases como “privilegio de la relación matrimoniar’, 26 “privilegios matrimonial- les”, 27 y “el carácter... privado de la relación familiar”. 28 MDS 105.6

Sus eufemismos Victorianos no eran fingidos. Ella fue siempre una esposa amante y devota que ganó y mantuvo la admiración de su esposo hasta el día que él murió. Pero ella entendía los principios de la salud mental y cómo debían establecerse las prioridades maritales. Sus frecuentes consejos a otros respecto a las relaciones matrimoniales nacieron no sólo gracias a la inspiración divina sino que fueron articulados en base a su experiencia personal. Ella no sólo abogó verbalmente en favor de la cortesía y la modestia cristiana, sino que las practicó con un esposo que la adoraba. MDS 106.1

Por ejemplo, note la sugerencia que le hizo a Daniel T. Bourdeau, un nervioso joven de 26 años, en su noche de bodas. Bourdeau, ordenado como pastor a los 23 años de edad, buscó una esposa durante tres años. En 1861 se casó con Marion Saxby en Bakersfield, Vermont, y Jaime White ofició en la ceremonia en una casa particular. Jaime tenía 40 años y Elena 33, todavía una mujer joven. Debido a que el servicio religioso ocurrió tarde en el día, los novios aceptaron la invitación de su anfitrión de pasar la noche en su casa. Los White también quedaron como huéspedes. MDS 106.2

Cuando Elena subió las escaleras para acostarse, vio a un joven muy nervioso que iba y venía frente a la puerta cerrada del dormitorio. Ella sospechó que había un problema. Amablemente le dijo al recién casado (según lo relató más tarde la flamante esposa en base a lo que le había contado su esposo): “Daniel, dentro de esa habitación hay una joven en la cama petrificada de temor. Vaya enseguida a su lado, y ámela y confórtela. Y, Daniel, trátela amablemente, trátela tiernamente, trátela con amor. Eso le hará bien”. MDS 106.3

Luego agregó: “¡También le hará bien a usted!” 29 He aquí una mujer victoriana cuyas prioridades eran correctas, y esa joven pareja permaneció para siempre agradecida. MDS 106.4

En algunos otros aspectos, Elena de White era claramente diferente de la típica mujer victoriana. No usaba su fragilidad para obtener ventajas personales o atención especial, sino que se elevaba por encima de ella para el asombro de sus contemporáneos. Aunque respetuosa de Jaime, ella no practicaba la típica sumisión victoriana al esposo, ni intentaba satisfacer las expectativas sociales (meramente para ganar la aprobación masculina) o la domesticidad victoriana (para realzar su posición como mujer entre otras mujeres). En cumplimiento de su papel profético. esas “vir-tudes” victorianas asumieron un nuevo significado. La fragilidad física se convirtió en un desafío para conquistar la debilidad mediante la gracia de Dios, un logro que le dio creciente fortaleza y resistencia a medida que pasaban los años. MDS 106.5

Aunque la sumisión a su esposo y la atención de las necesidades de su familia eran importantes, las responsabilidades proféticas de Elena de White fueron supremas en su vida. Mostró a todos que las responsabilidades religiosas no disminuyen las responsabilidades hogareñas. La vida para ella no estaba dividida en compartimentos, ya sea como profetisa o como ama de casa. Ella vio la vida como un todo: el cumplimiento de sus responsabilidades religiosas no disminuiría sus responsabilidades de esposa, madre y vecina. MDS 106.6