Elena De White: Mujer De Visión

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PRIMERA VISITA A DANSVILLE

Habiendo completado el trabajo sobre las “Leyes de la Salud”, que iba a ser una parte del tomo 4 de Spiritual Gifts (Dones espirituales), Elena y Jaime estaban ahora listos para viajar a Dansville a fin de pasar unas pocas semanas aprendiendo todo lo que pudiesen sobre la reforma pro salud y nuevos métodos en el cuidado de los enfermos. Por varias semanas habían esperado el momento de visitar “Nuestro Hogar en la Ladera de la Colina” del Dr. Jackson, en Dansville, Nueva York. Jaime White escribió respecto a esta institución de salud: MV 109.4

En el mes de septiembre de 1864, la Sra. White y yo pasamos tres semanas en la institución de salud en Dansville, Condado de Livingston, Nueva York, llamada “Nuestro Hogar”. Nuestro objeto en esta visita no era tomar tratamientos, puesto que estábamos disfrutando de mejor salud que usualmente, sino ver lo que pudiéramos ver y oír lo que pudiéramos oír, como para poder dar un informe algo definido a muchos amigos que nos preguntan (HL, N° 1, p. 12). MV 109.5

La institución estaba bien ubicada, y la lista de visitas era de unos 300. Los médicos en el personal eran James C. Jackson, M.D., médico jefe; F Wilson Hurd, M.D.; Srta. Harriet N. Austin, M.D.; Sra. Mary H. York, M.D.; y Horatio S. Lay, M.D. MV 109.6

El Dr. Lay era el médico adventista de 17 años de experiencia en Allegan, Michigan, con quien Elena de White había hablado poco después de haber recibido la visión de la reforma pro salud. Esta visita lo había animado a llevar a su esposa enferma a la institución y aprender lo que pudiese de los métodos así llamados racionales. En Dansville él fue pronto incorporado al personal, lo que le dio una oportunidad excelente para estudiar las prácticas y procedimientos em-pleados allí. MV 109.7

Edson y Willie, y también Adelia Patten, acompañaban a Jaime y Elena White a Dansville. El Dr. Jackson les hizo a todos ellos un examen físico de rutina. En cuanto al informe de salud de Jaime y Elena, no hay ninguna información disponible. Pero hablaron libremente con el doctor y escucharon sus conferencias, tomaron tratamientos, observaron la vestimenta de las mujeres allí, y comieron en las mesas de la institución. Ambos dieron buenos informes sobre la atmósfera general, el programa de alimentación y los cursos de tratamientos. MV 110.1

Observaron las diversas formas de hidroterapia, como el medio baño, la “zambullida”, la compresa de sábana fría, las compresas y los fomentos. Elena de White dijo: MV 110.2

Creo que debiéramos tener una institución en Michigan a la que nuestros observadores del sábado enfermizos puedan recurrir (Carta 6, 1864). MV 110.3

Jaime White encontró el programa de alimentación igualmente atractivo y escribió sobre él con algo de detalle: MV 110.4

Las mesas están puestas con abundancia de comida sencilla y nutritiva, lo que se convierte en un lujo cotidiano para los pacientes, a medida que se restaura la condición natural y saludable del [sentido del] gusto. El glotón, que gratifica su apetito depravado con carne de cerdo, grasa, salsas, especias, etc., etc., al examinar el folleto del Dr. Hurd sobre el arte culinario, en su ignorancia puede considerar este estilo de vida como un régimen de hambre. MV 110.5

Pero una experiencia de pocas semanas en “Nuestro Hogar” corregiría su apetito, de modo que comería alimentos sencillos, simples y nutritivos disfrutando mucho más que lo que lo hace ahora con lo que es antinatural y dañino. Nunca vimos a hombres y mujeres reunirse más alegremente en torno a las mesas, y comer más gustosamente, que a los pacientes en Dansville. La uniformidad y agudeza del apetito eran maravillosas para un grupo de pacientes. Sólo la flacura general de estas personas podía dar la idea de que estaban enfermas. MV 110.6

Además de las porciones habituales de gachas de trigo excelentemente cocidas, de bollos de trigo, pasteles y tartas, y ocasionalmente otras variedades, encontramos las mesas abundantemente cargadas con las frutas de la estación, tales como manzanas, duraznos y uvas. Nadie necesita temer que pasaría hambre en “Nuestro Hogar”. Existe el peligro mayor de comer demasiado. MV 110.7

El apetito del paciente débil, que ha estado padeciendo la pérdida del apetito por la comida de moda, llega a ser natural y fuerte, de modo que la comida sencilla es ingerida con todo ese agudo deleite con el que los escolares sanos del campo devoran el alimento simple. Siendo nutritivo el alimento y agudo el apetito, el peligro que corre esa clase de pacientes que se ha debilitado por complacencia propia se encuentra decididamente en la tendencia a comer demasiado (HL, N° 1, pp. 14-15). MV 110.8

Jaime reconocía que cambiar de la dieta corriente de comer carne a una que era simple y saludable, podía, en el caso de algunos, requerir tiempo para ser logrado. Advirtió contra cambios repentinos y generales. El Dr. Jackson lo impresionó profundamente como un médico que era un “amo de su negocio”, un “orador claro e impresionante”, y “decididamente cabal” en todo lo que emprendía. Jaime cerró su informe con una nota positiva, recomendando la institución a aquellos que sufrían seriamente. En cuanto a los demás, tuvo esto para decir: MV 111.1

A aquellos que son activos y que sin embargo sufren de una salud decayente, les recomendamos urgentemente publicaciones de salud, de las que nosotros planeamos tener una buena variedad a mano. Amigos, lean con tiempo para cambiar sus hábitos exitosamente, y vivan en armonía con las leyes de la vida. MV 111.2

Y a todos aquellos que se consideran sanos, les diríamos: Mientras valoran las bendiciones de la salud y honran al Autor de su existencia, aprendan a vivir en obediencia a aquellas leyes establecidas en su ser por la alta Providencia. Libros de unos pocos dólares de costo que les enseñarán cómo vivir, pueden ahorrarles elevadas cuentas del médico, evitarles meses de dolor en un lecho de enfermo, librarlos de sufrimientos y debilidad ocasionados por el uso de drogas, y quizás salvarlos de una muerte prematura (Id., p. 18). MV 111.3