Elena De White: Mujer De Visión
LA VISIÓN DE OTSEGO
De las visiones dadas a Elena de White, una de las más recordadas fue la del 6 de junio de 1863, * en Otsego, Michigan: la visión de la reforma pro salud. Otsego está a unos 50 kilómetros (30 millas) al noreste de Battle Creek. A fin de apoyar a R. J. Lawrence y M. E. Cornell en sus reuniones evangelizadoras, Jaime y Elena White iniciaron su viaje al lugar en un carruaje en la mañana del viernes 5 de junio, junto con el Sr. George Amadon y su esposa y varias otras familias. MV 106.1
Los White fueron hospedados en la casa de Aaron Hilliard, unas pocas millas al oeste del pueblo. Los Amadon y otros vinieron para adorar cuando el sábado estaba comenzando. MV 106.2
Se le pidió a Elena de White que orase. Ella lo hizo, suplicando fervientemente a Dios. Cuando oró en favor de Jaime, que estaba cerca, ella se movió a su lado, colocó su mano sobre su hombro, y derramó su corazón ante el Señor. Luego su voz cambió y se le oyó exclamar: “¡Gloria a Dios!” Martha Amadon, hija de John Byington, el presidente recién electo de la Asociación General, comentó: MV 106.3
Muchos que han presenciado estas cosas a menudo han deseado que se diese una descripción de la sierva de Dios cuando se halla bajo la influencia del Espíritu Santo: la iluminación del semblante, los gestos delicados de las manos, la dignidad que acompaña a cada movimiento, la entonación musical de la voz que suena como a la distancia, y muchas, muchas otras cosas que a un testigo presencial le dan confianza en su origen celestial... Ella estuvo en visión unos cuarenta y cinco minutos (DF 105, “La Visión de Otsego de 1863”). MV 106.4
A ella se le presentaron muchos asuntos en esta visión, pero la misma es particularmente notable por lo que se le mostró con respecto a la salud: la responsabilidad de todos de vivir en armonía con principios que prevendrían la enfermedad y producirían buena salud. MV 106.5
Vi que ahora debiéramos cuidar en forma especial la salud que Dios nos ha dado, porque todavía no hemos completado nuestro trabajo. Aún debiéramos dar nuestro testimonio y ejercer influencia. Vi que he gastado demasiado tiempo y fuerzas en coser y servir y recibir invitados. Vi que las preocupaciones de la casa debieran desecharse. La preparación de prendas de vestir es una trampa; otros pueden hacer eso. Dios no me ha dado fuerza para esa labor... MV 106.6
Vi que debiéramos promover una actitud mental alegre, confiada y serena, porque nuestra salud depende de que hagamos esto... MV 106.7
Vi que cuando les exigimos mucho a nuestras fuerzas, trabajamos en exceso y nos cansamos demasiado, entonces nos resfriamos y en esas ocasiones corremos el peligro de que la enfermedad asuma una forma peligrosa. No debemos abandonar el cuidado de nosotros mismos para que Dios se encargue y cuide de aquello que nos ha dejado para que nosotros vigilemos y cuidemos. No es seguro ni agrada a Dios que violemos las leyes de la salud y luego le pidamos que cuide nuestra salud y nos libre de enfermedad cuando estamos viviendo directamente en contra de nuestras oraciones. MV 106.8
Vi que es un deber sagrado cuidar nuestra salud, y despertar a otros a su deber, y sin embargo no asumir nosotros la carga del caso de ellos. Sin embargo, tenemos el deber de hablar, de pronunciamos en contra de todo tipo de intemperancia —intemperancia en el trabajo, en el comer, en el beber, y en el uso de medicamentos— y luego de señalarles la gran medicina de Dios, el agua pura y suave, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza, y como un artículo de lujo (MS 1, 1863). MV 107.1
Luego hubo un llamado para que Jaime y Elena White emprendiesen un ministerio activo en relación con los principios de salud. Lo que se le había mostrado a Elena de White en visión en el hogar de los Hilliard era tan diferente de los conceptos que se sustentaban comúnmente en la época, que ella enfrentó con vacilación la orden dada en la visión de tomar la iniciativa para guiar a los adventistas y a otros hacia un estilo de vida en armonía con las leyes de la naturaleza. Al estar en la casa del Dr. H. S. Lay, él le insistió que le dijese qué se le había mostrado. Elena explicó que mucho de lo que le fue presentado era tan diferente de los puntos de vista aceptados corrientemente que temía que no podría contarlo de modo que se lo pudiera entender. Protestó que no estaba familiarizada con el lenguaje médico y que apenas sabía cómo presentarlo. En la conver-sación que siguió, ella expuso en un lenguaje sencillo lo que más tarde puso por escrito en el extenso capítulo titulado “Salud”, que ahora se encuentra en Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 4. MV 107.2