Elena De White: Mujer De Visión
LA SESIÓN DE LA ASOCIACIÓN GENERAL DE 1909
Como en 1905, esta sesión de la Asociación General fue celebrada en una carpa grande armada sobre el terreno del Colegio Misionero de Washington. La reunión inicial tuvo lugar a las 10:45 a.m. del jueves 13 de mayo. Había 328 delegados presentes, un número que aumentó un poco a medida que se desarrollaba el congreso. MV 534.6
La sesión en sí fue bastante rutinaria, dándose mucho tiempo a los informes sobre el progreso de la causa alrededor del mundo. Una parte de cada día se dedicaba a reuniones individuales de los diversos departamentos y a los asuntos administrativos de la sesión cuadrienal. MV 534.7
El sábado de mañana, 15 de mayo, a las 11:00, Elena de White se dirigió a la sesión en la carpa grande. El Bulletin informó que “fue un día que se recordará por largo tiempo” cuando la “envejecida sierva de Dios” estuvo en esa carpa grande hablando a una audiencia de más de 1.000 personas. Pareció “colocar sobre esos representantes del mensaje del tercer ángel reunidos allí la importancia de representar correctamente a Cristo en nuestro lenguaje, en nuestro carácter, en todo nuestro trato con nuestros semejantes, a fin de que no seamos encontrados sin frutos en el gran día de la cosecha” (p. 28). MV 534.8
Habló once veces en la carpa grande, encargándose de los sen icios del sábado de mañana en tres de los cuatro sábados de la sesión. MV 535.1
¿Cómo llegaba al auditorio la voz de esta pequeña mujer de 81 años? Aquellos que estuvieron allí informaron que todos la oyeron clara y distintamente. Un joven ministro, curioso, A. V. Olson, que asistía a su primera sesión de la Asociación General, ansioso de descubrir esto por sí mismo, se sentó cerca del frente, donde la oía bien. Salió de la carpa, y aun allí su voz llegaba en tonos claros. Ella no gritaba. No tenía sistema público de amplificación, pero con una voz firme y baja sostenida por sus músculos abdominales, hablaba como había sido instruida por Dios (ver Ev, pp. 482-486). Hacía que todos oyesen, sin que nadie tuviese que esforzarse para captar sus palabras. MV 535.2
Repasando las instrucciones sobre la importancia de la vida sana, ella mencionó la estricta temperancia en el comer como una razón de su capacidad para trabajar tanto hablando como escribiendo (Carta 50, 1908). Dirigiéndose a un ministro influyente el 28 de marzo de 1909, ella declaró: “La verdadera conversión al mensaje de la verdad presente abarca la conversión a los principios de la reforma pro salud” (Carta 62, 1909). Ella también dijo: MV 535.3
Es nuestro deber actuar sabiamente respecto a nuestros hábitos alimentarios, ser temperantes, y aprender a razonar de causa a efecto. Si hacemos nuestra parte, entonces el Señor hará la suya en la preservación del poder de los nervios de nuestro cerebro (Carta 50, 1908). MV 535.4
Elena de White usaba las oportunidades que se le daban para hablar amonestando, animando e instruyendo. Su tema principal era el esfuerzo evangelizador, con énfasis tanto en el evangelismo personal como en la ciudad. La reforma pro salud y las actividades comerciales en favor de la salud estaban muy cerca en segundo término. Ella había asistido a las sesiones de la Asociación General desde 1863 en adelante, faltando a algunas mientras estuvo en Europa y en Australia. Había estado en la primera reunión general de adventistas observadores del sábado en 1848, y en las conferencias sabáticas que siguieron estuvo con los hermanos mientras estudiaban diligentemente la Palabra y formaban la estructura doctrinal de la iglesia basada sobre esa Palabra. MV 535.5
Se le dio la última reunión, el domingo 6 de junio por la tarde, a las 3:00. Su tema fue “Participantes de la Naturaleza Divina”. Vino demasiado tarde como para ser incluido en el Bulletin, pero se hizo referencia a él en el último número bajo el título “Una Conmovedora Despedida”. MV 535.6
De ese modo concluyó el último sermón que Elena de White iba a dar en una sesión de la Asociación General. Se apartó del escritorio y comenzó a dirigirse a su asiento, luego se dio vuelta y regresó, tomó la Biblia de la cual había leído, la abrió, y la sostuvo sobre sus manos extendidas que temblaban con la edad. Ella exhortó: “Hermanos y hermanas, os recomiendo este Libro” (informado por W. A. Spicer, entonces secretario de la Asociación General, en The Spirit of Prophecy in the Advent Movement [El espíritu de profecía en el Movimiento Adventista], p. 30). MV 536.1
De ese modo, en sus últimas palabras a los dirigentes de la iglesia oficialmente reunidos en un congreso, Elena de White elevó la Palabra de Dios, esa Palabra que había sido tan preciosa para ella y que usó liberalmente y mantuvo siempre ante la iglesia y ante el mundo. MV 536.2