Elena De White: Mujer De Visión
LA SESIÓN DE LA ASOCIACIÓN GENERAL DE 1901
El martes a las 9:00 de la mañana, con el presidente de la Asociación General, G. A. Irwin, en la presidencia de la reunión, la 34a sesión de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día fue llamada al orden. J. N. Loughborough leyó el Salmo 106, y S. N. Haskell guió en oración. El presidente Irwin abrió luego la sesión para que se pudieran tratar asuntos administrativos. MV 405.3
Tras los preliminares, Elena de White, que estaba sentada en la audiencia, se levantó y fue al frente. El presidente le dio la palabra. Ella primero señaló el privilegio del pueblo adventista de estar bien alto por encima del mundo, santificado por la verdad y teniendo una estrecha conexión con el Cielo. Luego se refirió a la situación inmediata. Las siguientes declaraciones estaban incluidas en su mensaje: MV 405.4
¿Por qué, pregunto yo, se permite que hombres que no han puesto el yo bajo sujeción ocupen posiciones importantes en la verdad y manejen cosas sagradas?... MV 405.5
Los principios del cielo deben llevarse a la práctica en cada familia, en la disciplina de cada iglesia, en cada establecimiento, en cada institución, en cada escuela, y en todo lo que se administre. Usted no tiene derecho a administrar, a menos que administre según el orden de Dios. ¿Está usted bajo el control de Dios? ¿Ve su responsabilidad ante él?... MV 405.6
Aquí hay hombres que se encuentran a la cabeza de nuestras diversas instituciones, de los intereses educacionales, y de las asociaciones en diferentes lugares y en diferentes estados. Todos ellos han de estar como hombres representativos, para expresar su opinión a fin de moldear y diseñar los planes que se llevarán a cabo. Debe haber más que uno o dos o tres hombres para considerar todo el vasto campo. La obra es grande, y no hay una sola mente humana que pueda trazar planes para la obra que necesita hacerse (GCB 1901, pp. 24-26). MV 405.7
De este modo la Sra. White dio lo que en realidad fue el discurso de apertura principal. Habló por una hora. Ella delineó intrépida y claramente la muy seria naturaleza de la situación que se había desarrollado. Se prometió ayuda de Dios si se aferraban a él. Debe haber un cambio. Fue uno de los mensajes más solemnes que jamás se haya dado a la iglesia en una asamblea de la Asociación General. MV 406.1