Promesas para los últimos días

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CAPÍTULO 27—PROMESAS PARA LOS ENFERMOS

“Nuestro Señor nos ha dado instrucción definida por medio del apóstol Santiago, en lo que concierne a nuestro deber en caso de enfermedad. Cuando fracasa la ayuda humana, Dios será el ayudador de su pueblo. ‘¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará’” (CSS 454, 455). PUD 116.1

“Cristo es el mismo médico compasivo que cuando desempeñaba su ministerio terrenal. En él hay bálsamo curativo para toda enfermedad, poder restaurador para toda dolencia. Sus discípulos de hoy deben rogar por los enfermos con tanto empeño como los discípu- los de antaño. Y se realizarán curaciones, pues ‘la oración de fe salvará al enfermo”‘ (MC 172). PUD 116.2

“Dios es nuestro refugio en la enfermedad como en la salud. Pero muchos no le confían su caso; estimulan la debilidad y la enfermedad acongojándose acerca de sí mismos. Si dejasen de quejarse, y se elevasen por encima de la depresión y la lobreguez, su restablecimiento sería más seguro” (4JT 108). PUD 117.1

“El Salvador quiere que alentemos a los enfermos, a los desesperados y a los afligidos para que confíen firmemente en su fuerza. Mediante la oración y la fe la habitación del enfermo puede convertirse en un Betel... Dios oye la oración. Cristo dijo: ‘Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré’... Si vivimos conforme a su palabra, se cumplirán en nuestro favor todas sus promesas” (MC 172, 173 ). PUD 117.2

“¡Cuán agradecidos debiéramos estar de que Jesús está dispuesto y es capaz de llevar todas nuestras dolencias y fortalecernos y sanar todas nuestras enfermedades, si es para nuestro bien y para su gloria! En los días de Cristo y en los de los apóstoles, algunos murieron porque el Señor sabía lo que era mejor para ellos” (MM 17). PUD 117.3

“El Señor me ha mostrado que cuando el Israel de hoy se humille delante de él y quite toda inmundicia del templo de su alma, Dios escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará eficacia a los remedios empleados contra la enfermedad” (5JT 364). PUD 117.4

“Nunca se aparta nuestro Dios misericordioso del alma que con sinceridad le pide auxilio. El es nuestro refugio en la enfermedad y en la salud” (MC 171). PUD 117.5

“¡Qué pensamiento maravilloso es saber que Jesús está perfectamente enterado de los dolores y las aflicciones que soportamos! El padeció todas nuestras tribulaciones. Algunos de nuestros amigos no saben nada acerca de las miserias humanas o de los padecimientos físicos. Nunca están enfermos y por lo tanto no pueden comprender los sentimientos de los que padecen. Pero Jesús se compadece de nosotros a causa de nuestra enfermedad. El es el gran médico misionero” (2MS 272). PUD 118.1

“La promesa del Señor: ‘Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán’ (Marcos 16:18), es tan digna de crédito hoy como en tiempos de los apóstoles, pues denota el privilegio de los hijos de Dios, y nuestra fe debe apoyarse en todo lo que ella envuelve... llevar a Dios en brazos de la fe a los enfermos y dolientes. Debemos enseñarles a creer en el gran Médico” (MC 172). PUD 118.2

“Podéis estar deprimidos a causa de dolencias corporales, pero eso no es una evidencia de que el Señor no esté trabajando cada día por vosotros. Os perdonará con abundancia. Apropiaos de las abundantes promesas de Dios. Jesús es nuestro amigo Constante y que no falla, y él quiere que confíes en él” (AFC 287). PUD 118.3

“No hay consolador como Cristo, tan tierno y tan leal. Está conmovido por los sentimientos de nuestras debilidades” (AFC 173). PUD 118.4

“Se afirma que la gracia de Dios es suficiente para contrarrestar todos los males y las pruebas contra los cuales tienen que luchar los seres humanos... Jamás deberíamos permitirle a Satanás que crea que su poder para perturbar y molestar es mayor que el poder de Cristo para sostener y fortalecer” (CD 177). PUD 118.5

“El mismo poder que Cristo ejerció cuando andaba entre los hombres se encuentra en su Palabra. Con ella curaba las enfermedades y echaba fuera demonios... Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder” (MC 84, 85). PUD 119.1