Promesas para los últimos días

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CAPÍTULO 13—PROMESAS PARA LOS PADRES

“El cielo y la tierra no están más alejados hoy que cuando los pastores oyeron el canto de los ángeles. La humanidad sigue hoy siendo objeto de la solicitud celestial tanto como cuando los hombres comunes, de ocupaciones ordinarias, se encontraban con los ángeles al mediodía, y hablaban con los mensajeros celestiales en las viñas y los campos. Mientras recorremos las sendas humildes de la vida, el cielo puede estar muy cerca de nosotros. Los ángeles de los atrios celestes acompañarán los pasos de aquellos que vayan y vengan a la orden de Dios” (DTG 32). PUD 60.1

“Qué privilegio es que nosotros, mortales pecadores, tengamos la oportunidad de hablar con Dios. En nuestra habitación, cuando caminamos por la calle, cuando estamos trabajando, nuestros corazones pueden ascender a Dios para requerir su consejo; podemos elevar el alma a Dios para recibir el aliento celestial. Dios escuchará todas las súplicas del alma. Podemos llevar al Señor todos nuestros problemas. Sus manos llenas de amor infinito se mueven para suplir nuestras necesidades” (CD 27). PUD 60.2

“Jesús es nuestro amigo; todo el cielo está interesado en nuestro bienestar. No debemos permitir que las perplejidades y cuidados cotidianos aflijan nuestro espíritu y oscurezcan nuestro semblante. Si lo permitimos, habrá siempre algo que nos moleste y fatigue. No debemos dar entrada a los cuidados que sólo nos inquietan y agotan pero no nos ayudan a soportar las pruebas... No es la voluntad de Dios que su pueblo esté abrumado por el peso de la congoja” (CC 122). PUD 61.1

“Podéis estar perplejos en los negocios; vuestra perspectiva puede ser cada día más sombría y podéis estar amenazados de pérdidas; pero no os descorazonéis; confiad vuestras cargas a Dios y permaneced serenos y alegres. Pedid sabiduría para manejar vuestros asuntos con discreción a fin de evitar pérdidas y desastres. Haced todo lo que esté de vuestra parte para obtener resultados favorables. El Señor Jesús nos prometió su ayuda, pero sin eximimos de hacer lo que esté de nuestra parte. Si confiando en nuestro Ayudador hemos hecho todo lo que podíamos, aceptemos con buen ánimo los resultados” (CC 122). PUD 61.2

“El padre... ligará a sus hijos con el trono de Dios por una fe viva. Desconfiando de su propia fuerza, entrega a Jesús su alma desamparada y traba de la fortaleza del Altísimo... Para todos los que le busquen, Cristo llega a ser una ayuda oportuna en tiempo de necesidad” (HC 189, 190). PUD 61.3

“A un hombre que es esposo y padre, yo diría: Asegúrese de que rodea su alma una atmósfera pura y santa... Haga de la Palabra de Dios su consejera. Viva en el hogar de acuerdo con las enseñanzas de ella. Entonces vivirá así en la iglesia y llevará estas enseñanzas consigo al lugar donde trabaja. Los principios del cielo ennoblecerán todas sus transacciones. Los ángeles de Dios cooperarán con Ud. y le ayudarán a revelar a Cristo ante el mundo” (HC 190, 191). PUD 62.1

“En la vida diaria tropezará con sorpresas repentinas, chascos y tentaciones... Mire a Jesús en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad. Entonces, cuando venga el enemigo como avenida de aguas, el Espíritu del Señor levantará bandera en favor de Ud. contra ese enemigo” (HC 191). PUD 62.2

“Podemos comulgar con Dios en nuestros corazones; podemos andar en compañerismo con Cristo. Mientras atendemos a nuestro trabajo diario, podemos exhalar el deseo de nuestro corazón, sin que lo oiga oído humano alguno; pero aquella palabra no puede perderse en el silencio, ni puede caer en el olvido. Nada puede ahogar el deseo del alma. Se eleva por encima del trajín de la calle, por encima del ruido de la maquinaria. Es a Dios a quien hablamos, y el oye nuestra oración” (OE 271). PUD 62.3

“Dios cuida y sostiene todo lo que creó... Cuando los hombres van a su trabajo, o estan orando; cuando se acuestan por la noche o se levantan por la mañana;... cuando el pobre reúne a sus hijos alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial vigila tiernamente a todos. No se derraman lágrimas sin que él lo note. No hay sonrisa que para él pase inadvertida” (CC 86). PUD 63.1

“La fuerza adquirida por la oración a Dios nos preparará para nuestros deberes cotidianos. Las tentaciones a que estamos diariamente expuestos hacen de la oración una necesidad. A fin de ser mantenidos por el poder de Dios mediante la fe, los deseos de la mente debieran ascender continuamente en oración silenciosa. Cuando estamos rodeados por influencias destinadas a apartamos de Dios, nuestras peticiones de ayuda y fuerza deben ser incansables” (MJ 246). PUD 63.2

“Mientras atendemos nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el alma al cielo en oración... El cristiano cuyo corazón se apoya así en Dios, no puede ser vencido” (MJ 247). PUD 63.3