Testimonios para los Ministros

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La actividad de nuestras iglesias

2 de febrero de 1895

Necesitamos romper la monotonía rutinaria que prevalece en los servicios religiosos de nuestras iglesias. Debe introducirse la levadura de la actividad para que los miembros de nuestras iglesias trabajen según nuevos lineamientos e ideen nuevos métodos. El poder del Espíritu Santo actuará en los corazones cuando esta monotonía muerta y sin vida sea quebrantada, y comiencen a trabajar con fervor muchos que nunca habían pensado en ser otra cosa que espectadores ociosos. Una iglesia que trabaja en la tierra está relacionada con la iglesia que trabaja en el cielo. Dios trabaja, los ángeles trabajan y los hombres deben trabajar por la conversión de las almas. Deben realizarse esfuerzos para hacer algo mientras el día dura, y la gracia de Dios se revelará para que las almas sean salvadas para Cristo. Por doquiera hay almas que perecen en sus pecados, y Dios dice a cada alma creyente: Apresúrate a ayudarlas con el mensaje que yo te daré. TM 204.1

Economía en el hogar

El Señor hizo de los hombres sus agentes, y con el corazón lleno del amor de Jesús, han de cooperar con él en hacer que los hombres se vuelvan del error a la verdad. Dios bendice la tierra con el sol y la lluvia. El hace que la tierra produzca sus abundantes tesoros para utilidad del hombre. El Señor ha hecho del hombre su intermediario para que dispense sus dones celestiales trayendo almas a la verdad. ¿Quieren saber mis hermanos en Estados Unidos cómo los alcanzó la verdad salvadora cuando ellos estaban en las tinieblas? Hombres y mujeres traían sus diezmos y ofrendas a Dios, y a medida que los medios llenaban la tesorería, se enviaban hombres a otras partes para hacer progresar la obra. TM 204.2

Este mismo proceso debe repetirse si hemos de alcanzar hoy las almas que están en las tinieblas. Sin embargo, he visto que hay muchos que retienen sus diezmos en forma total, y otros retienen una parte, aunque la gran obra misionera aumenta de año en año. Debemos aprender a economizar en los gastos de nuestra casa. No debe incurrirse en ningún gasto innecesario; porque nos enteramos de muchos casos de indigencia, desgracias, pobreza y miseria de toda descripción, y somos llamados a ayudar a los necesitados y afligidos. Debemos velar porque sean atendidos los que necesitan alimento y vestido, y que los que tienen pobreza de alma conozcan la bondad de la salvación. TM 205.1

Fervor en la obra

Cuando nos empeñamos con fervor en la obra, trabajando según nuestras diversas habilidades, Dios se manifiesta a nosotros y nos da gracia sobre gracia. Una iglesia activa y afanosa por las almas será una iglesia que ore, una iglesia que crea, y una iglesia que reciba. Una iglesia cuyos miembros sean hallados sobre sus rodillas ante Dios, suplicando su misericordia, buscándolo diariamente, es una iglesia que se alimenta del pan de vida y que bebe las aguas de vida. En ellos se realizará la promesa: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”. La actividad cristiana, llevada a cabo con celo perseverante, traerá grandes resultados. Habrá una experiencia amplia en el amor, y los agentes humanos tendrán puntos de vista elevados en cuanto a lo que Dios quisiera hacer por medio de ellos mientras ocupan su puesto de deber. Entonces la iglesia se levantará y resplandecerá, comprendiendo que la gloria de Jehová ha nacido sobre ella y que las tinieblas se están disipando. TM 205.2

El éxito misionero estará en proporción con el esfuerzo sincero y cabalmente consagrado. Cada alejamiento del verdadero esfuerzo misionero, cada rechazo del espíritu misionero ha producido una reacción en la iglesia y se ha manifestado una declinación de la espiritualidad. Pero todo esfuerzo ferviente hecho en los diferentes aspectos de la obra misionera ha traído salud espiritual a la iglesia, y no sólo ha aumentado la feligresía, sino el santo celo y la alegría de la iglesia. TM 205.3

El pueblo de Dios que guarda los mandamientos afrontará en lo sucesivo una situación sumamente penosa; pero todos los que hayan andado en la luz, y hayan difundido la luz, verán que Dios interviene en su favor. Cuando la situación parezca insoportable, el Señor revelará su poder a sus fieles. Cuando la nación por la cual Dios ha obrado de una manera tan maravillosa, y a la cual ha protegido con el escudo de la Omnipotencia, abandone los principios protestantes y por medio de su legislatura dé protección y sostén al romanismo para limitar la libertad religiosa, entonces Dios actuará con su propio poder en favor de sus hijos. La tiranía de Roma será ejercida, pero Cristo será nuestro refugio. TM 206.1

Sacrificio abnegado

Muchos ya han estado dormitando por demasiado tiempo. Mientras algunos han trabajado asiduamente con incesante energía, otros han actuado como espectadores prontos a hacer observaciones y críticas con respecto a los métodos y los resultados. Siempre están dispuestos a criticar aunque nunca han ejercitado su mente para elaborar algún plan por el cual almas preciosas pudieran ser salvadas para Cristo. Están listos para encontrar faltas en aquellos que hacen algo. Cuando estas almas indolentes se despiertan y dan algunas señales de estar conscientes, se muestran decepcionados si no les encuentran de inmediato lugares agradables en la obra. Les resulta muy chocante encontrar que no puede hacerse nada sin esfuerzo penoso y abnegado y sin crucificar al yo. Esperan el éxito y piensan que deben tener la misma clase de éxito que tuvieron los apóstoles en el día de Pentecostés. Este éxito lo tendrán cuando pasen por la experiencia de la humildad, la abnegación y el sacrificio, como los apóstoles. Cuando como los apóstoles eleven fervientes súplicas que salgan de corazones quebrantados, contritos y creyentes, entonces la misma proporción de éxito coronará sus labores. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. TM 206.2

Obra misionera

El espíritu de la obra misionera se conoce poco entre nosotros, y su manifestación se necesita grandemente en todo ramo de la obra. Una porción de la iglesia ha comenzado a manifestar alguna actividad en la labor misionera. Pero si no nos despertamos en forma más general y plena, los que no conocen la verdad para este tiempo avanzarán antes que nosotros, y nos bloquearán el camino. TM 207.1

¿Cuánto tiempo se requerirá para despertar a los perezosos que durante años han remoloneado en Battle Creek? ¿Cuándo llegarán a ser testigos fieles para Dios? ¿Cuánto tiempo pasará antes que lleven el yugo de Cristo? ¿Cuánto tiempo se dedica cada día a adorar a Dios? ¿Cuántos tienen breves períodos para la contemplación y la oración ferviente? ¿Cuántos se han educado a sí mismos en hábitos de economía, de manera que puedan tener donativos y ofrendas para la casa del Señor? ¿Cuántos han sentido expandirse sus corazones por el ejercicio práctico de la dadivosidad? ¿Cuántos han hecho fervientes esfuerzos para inspirar a otros a trabajar por el Maestro? El trabajar con éxito en el lugar donde uno está requerirá un espíritu, una fe y una perseverancia inquebrantables. Nadie está inactivo en el cielo, y en las mansiones de los bienaventurados no entrará nadie que no haya manifestado amor a Cristo, y que no se haya esforzado por la salvación de los demás. TM 207.2

¿Quién puede decir la obra que podría haberse realizado en nuestras iglesias, si los que abrazaron la verdad no hubieran dejado esas iglesias débiles para venir a aglomerarse a Battle Creek? Si todos nuestros hermanos hubieran sido fieles siervos de Cristo, diligentes y temerosos de Dios, y hubieran empeñado sus esfuerzos para abarcar con su influencia todo lo que pudieran en el lugar donde estaban, ¡cuántas almas podrían haberse salvado! Una velita encedida en un lugar habría sido el medio para encender muchas otras, y el resultado habría sido que la voz de la alabanza y la acción de gracias se habría escuchado, y muchos habrían dicho: “¡Lo que ha hecho Dios! El ha obrado mucho más abundantemente de lo que hemos pedido o entendido”.* TM 208.1