El Ministerio Médico

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La parte de Cristo y la nuestra

La obra del Salvador de servir a la humanidad doliente siempre se combinó con su ministerio de la palabra. Él predicó el evangelio y curó las dolencias por el mismo gran poder. Él hará lo mismo hoy; pero debemos cumplir nuestra parte para poner a los enfermos en contacto con el Poderoso Sanador. El Salvador dejó los atrios de gloria y vino a nuestro mundo para soportar la tentación y resistir el mal, a fin de que el hombre tuviera poder para asirse de su fortaleza. El alma que se allega a Cristo por la fe viviente recibe su poder y es curada de su enfermedad. MM 81.3

Hoy estamos combinando la obra de ministrar y de sanar como nunca lo hemos hecho antes. Trabajamos para educar a nuestro pueblo a tratar la enfermedad del cuerpo, a recuperar la salud y a mantenerse bien cuando se ha restaurado.—Manuscrito 95, 1908. MM 82.1