El Ministerio Médico

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Obra en favor de los desechados

En la última parte de 1899 se despertó un gran interés a favor de la clase pobre y desechada; una gran obra debe emprenderse para levantar al caído y al degradado. Esta obra es buena en sí misma. Siempre debemos tener el espíritu de Cristo, y hacer la misma clase de trabajo que él llevó a cabo por la humanidad doliente. El Señor tiene una obra que hacer en favor de los desechados. No hay duda de que ése es el deber de algunos: trabajar entre ellos y tratar de salvar las almas que están pereciendo. Esto tendrá su lugar en conexión con la proclamación del mensaje del tercer ángel y la recepción de la verdad bíblica. Pero hay peligro de recargar a todos con esta clase de trabajo debido a la intensidad con que se lleva a cabo. Hay peligro de inducir a ciertos hombres a concentrar sus energías en este trabajo cuando Dios los ha llamado a otro. MM 413.2

El gran asunto de nuestro deber hacia la humanidad es serio, y se necesita mucho de la gracia de Dios para decidir cómo obrar a fin de alcanzar el mayor bien. No todos son llamados a empezar su trabajo entre las clases más pobres. Dios no requiere que sus obreros obtengan su educación profesional para que se dediquen exclusivamente a estas clases. MM 413.3

La obra de Dios se manifiesta en una forma que establecerá confianza en que la obra fue ordenada por él y que los principios correctos son el fundamento de toda acción. Pero he tenido instrucción de parte de Dios de que hay peligro de planear para los desechados en una forma que guíe a movimientos espasmódicos y emocionales. Éstos no producirán resultados realmente benéficos. Se animará a ciertas personas a hacer una clase de trabajo que traerá el mínimo resultado en fortalecer todas las partes de la obra por una acción armoniosa. MM 413.4

La invitación del evangelio debe darse a los ricos y a los pobres, a los de las clases altas y a los de las clases bajas, y debemos idear medios para llevar la verdad a nuevos lugares y a toda clase de personas. El Señor nos ordena: “Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa”. Él dice: “Empezad en los caminos, trabajadlos enteramente; preparad a un grupo que en unión con vosotros pueda salir a hacer la misma labor que Cristo hizo al buscar y salvar a los perdidos”. MM 414.1

Cristo predicó el evangelio a los pobres, pero no circunscribió sus labores a esta clase. Él trabajó por todos los que querían escuchar su palabra: no sólo por el publicano y el desechado, sino por el rico y el letrado fariseo, el noble judío, el centurión y el gobernante romano. Esta es la clase de obra que siempre se me ha mostrado que debe hacerse. No debemos esforzarnos por trabajar sólo por las clases pobres, y hacer de ese trabajo un todo. Hay otros a quienes debemos traer al Maestro, almas que necesitan la verdad, que llevan responsabilidades y que trabajarán con toda su habilidad santificada tanto en sitios elevados como en lugares humildes. MM 414.2

La obra en favor de las clases pobres no tiene límite. Nunca se terminará, y se la debe tratar como una parte del gran todo. Dar nuestra primera atención a esta obra, mientras vastas porciones de la viña del Señor están abiertas al cultivo y aún permanecen sin recibir el mensaje, es empezar en el lugar equivocado. Lo que el brazo derecho es al cuerpo, la obra médica misionera es al mensaje del tercer ángel. Pero el brazo derecho no debe convertirse en todo el cuerpo. La obra de buscar a los desechados es importante, pero no debe convertirse en el centro de nuestra misión.—Manuscrito 3, 1899. MM 414.3