Mensajes para los Jóvenes

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El precio de un alma

El valor que Dios atribuye a la obra de sus manos, el amor que tiene por sus hijos, se revelan en el don que dio para redimir a los hombres. Adán cayó bajo el dominio de Satanás. Trajo el pecado al mundo, y por el pecado, la muerte. Dios dio a su Hijo unigénito para salvar al hombre. Lo hizo para poder ser justo y, con todo, el justificador de todos los que aceptan a Cristo. El hombre se vendió a Satanás, pero Jesús volvió a comprar a la especie humana [...]. MJ 49.2

Ustedes no se pertenecen. Jesús los ha comprado con su sangre. No sepulten los talentos en la tierra. Úsenlos para él. Sea cual fuere la ocupación en que estén empeñados, lleven con ustedes a Cristo. Si encuentran que están perdiendo su amor por el Salvador, abandonen su ocupación y digan: “Aquí estoy, mi Salvador; ¿qué quieres que haga?” Él los recibirá con bondad y los amará sin reservas. Perdonará abundantemente, pues es misericordioso y paciente, y no quiere que ninguno perezca [...]. MJ 49.3

Nosotros, y todo lo que tenemos, pertenecemos a Dios. No deberíamos considerar un sacrificio el darle el afecto de nuestro corazón. El mismo corazón debería serle entregado como ofrenda voluntaria.—The Youth’s Instructor, 8 de noviembre de 1900. MJ 49.4