El Hogar Cristiano

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Capítulo 82—Cómo elige el cristiano sus recreaciones

Recreación cristiana y diversión mundanal—Hay una distinción entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros cuidados y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo y de ese modo nos permite volver con nuevo vigor al trabajo serio de la vida. Por otra parte, se busca la diversión para experimentar placer y con frecuencia se la lleva al exceso; absorbe las energías requeridas para el trabajo útil y resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito de la vida.1 HC 465.1

Un gran contraste se notará entre el trato social de los seguidores de Cristo en sus recreaciones cristianas y las reuniones de los mundanos para obtener placer y diversión. En vez de que se oigan oraciones y la mención de Cristo y de las cosas sagradas, se desprenden de los labios de los mundanos risas tontas y conversaciones triviales. Lo que procuran es una hilaridad ruidosa. Sus diversiones comienzan en la insensatez y acaban en vanidad.2 HC 465.2

Hay una gran necesidad de temperancia en las diversiones, como en cualquier otra actividad. Su carácter debe ser considerado cuidadosa y cabalmente. Todo joven debe preguntarse: ¿Qué influencia tendrán estas diversiones sobre mi salud física, mental y moral? ¿Quedará mi mente tan infatuada que me olvide de Dios? ¿Dejaré de tener presente su gloria?3 HC 465.3

La regla de los placeres lícitos—No olvidemos jamás que Jesús es manantial de gozo. No se deleita en la miseria de los seres humanos, sino en verlos felices. HC 466.1

Los cristianos disponen de muchas fuentes de felicidad, y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y correctos. Pueden disfrutar de recreaciones que no disiparán el intelecto ni degradarán el alma. Tampoco desilusionarán ni dejarán una triste influencia ulterior que destruya el respeto propio o impida ser útil. Si pueden llevar a Jesús consigo y conservar un espíritu de oración, están perfectamente seguros.4 HC 466.2

No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no sólo no es segura, sino peligrosa.5 HC 466.3

Diversiones que descalifican—Pertenecemos a la clase de los que creen que es su privilegio glorificar a Dios en la tierra cada día de su vida. Creemos que no vivimos en este mundo tan sólo para divertirnos y agradarnos a nosotros mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente vaya por el cauce bajo que sigue la de muchos que buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nuestra especie y a nuestra generación? ¿Cómo podemos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? No podemos participar inocentemente en cualquier diversión que nos incapacitaría para el desempeño más fiel de nuestros deberes comunes.6 HC 466.4

No debe ponerse en peligro el bienestar del alma por la satisfacción de un deseo egoísta, y debe rehuirse cualquier diversión que fascine de tal manera la mente que los deberes comunes de la vida parezcan carecer de interés. Al ceder a un placer tal el ánimo se endurece en la mala dirección, y Satanás pervierte de tal modo los pensamientos que lo malo llega a parecer bueno. Entonces la restricción y la sumisión a los padres, como la observada por Cristo para con los suyos, parecen insoportables.7 HC 466.5

Reuniones sociales reprensibles—Existen muchas cosas que son correctas en sí, pero que, pervertidas por Satanás, resultan en una trampa para los incautos.8 HC 467.1

Las fiestas, tal como se llevan a cabo por lo general, son un obstáculo para el verdadero crecimiento, ya sea de la mente o del carácter. Las compañías frívolas, los hábitos de despilfarro, el afán por los placeres y a menudo por la disipación, nacen como consecuencia, y amoldan toda la vida para el mal. En vez de tales diversiones, los padres y maestros pueden hacer mucho para proveer diversiones sanas y vivificadoras.9 HC 467.2

Hay una clase de reuniones sociales, ... partidas de placer que han deshonrado nuestras instituciones y la iglesia. Estimulan el orgullo de la indumentaria y de la apariencia, la complacencia propia, la hilaridad y el espíritu trivial. Satanás es agasajado como un huésped honrado y toma posesión de los que patrocinan estas reuniones. HC 467.3

Me fué mostrada una visión de una compañía tal, donde se habían congregado los que profesan creer la verdad. Uno estaba sentado frente a un instrumento de música, y se oían cantos que hacían llorar a los ángeles que todo lo observaban. Había alegría, había risa grosera, había mucho entusiasmo, y cierta clase de inspiración; pero la alegría era de la clase que sólo Satanás puede crear. Es un entusiasmo y una infatuación de los cuales se avergonzarán todos los que aman a Dios. Prepara a quienes participan en ello para los pensamientos y los actos profanos. Tengo motivos para creer que algunos de los que participaron en aquella escena, se arrepintieron de corazón de su actuación vergonzosa. HC 467.4

Muchas reuniones tales me han sido presentadas. He visto la alegría, la ostentación de la indumentaria, el atavío personal. Todos quieren ser considerados brillantes y se entregan a la hilaridad, a las bromas insensatas, a la adulación baja y grosera y a las risas ruidosas. Los ojos chispean, las mejillas están rojas, la conciencia duerme. Comen, beben y se alegran, y hacen cuanto pueden para olvidarse de Dios. La escena de placer es su paraíso. Y el cielo mira, viéndolo y oyéndolo todo.10 HC 467.5

Las reuniones destinadas a la diversión confunden la fe y hacen que el motivo sea mixto e incierto. El Señor no acepta un corazón dividido. Quiere todo el ser.11 HC 468.1

Pocas diversiones populares son buenas—Muchas de las diversiones que son populares en el mundo hoy, aun entre aquellos que se llaman cristianos, tienden al mismo fin que perseguían las de los paganos. Son, en verdad, pocas las diversiones que Satanás no aprovecha para destruir las almas. Por medio de las representaciones dramáticas ha obrado durante siglos para excitar las pasiones y glorificar el vicio. La ópera con sus exhibiciones fascinadoras y su música embelesadora, las mascaradas, los bailes y los juegos de naipes, son cosas que usa Satanás para quebrantar las vallas de los principios sanos y abrir la puerta a la sensualidad. En toda reunión de placer donde se fomente el orgullo o se dé rienda suelta al apetito, donde se le induzca a uno a olvidarse de Dios y a perder de vista los intereses eternos, allí está Satanás rodeando las almas con sus cadenas.12 HC 468.2

El cristiano verdadero no deseará entrar en un lugar de diversiones o participar en pasatiempo alguno sobre el cual no pueda pedir la bendición de Dios. No se le hallará en el teatro, ni en un juego de billar o de bolos. No estará con los alegres aficionados al vals y a otros placeres hechizadores que destierran a Cristo del pensamiento. HC 468.3

A los que abogan por estas diversiones contestamos: No podemos participar en ellas en el nombre de Jesús de Nazaret. No se invocaría la bendición de Dios sobre la hora pasada en el teatro o en el baile. Ningún cristiano quisiera hallar la muerte en tal lugar. Nadie querrá ser encontrado allí cuando Cristo venga.13 HC 468.4

El teatro es foco de inmoralidad—Entre los más peligrosos lugares de placer se cuenta el teatro. En vez de ser una escuela de moralidad y virtud, como se pretende a menudo, es el semillero de la inmoralidad. Estas diversiones fortalecen y confirman los hábitos viciosos y las propensiones pecaminosas. Los cantos viles, los ademanes, las expresiones y actitudes lascivas depravan la imaginación y degradan la moral. Todo joven que asista habitualmente a estos espectáculos, se corromperá en sus principios. No hay en nuestra tierra influencia más poderosa para envenenar la imaginación, destruir las impresiones religiosas, y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la vida, que las diversiones teatrales. El amor por estas escenas aumenta con cada asistencia, como el deseo de bebidas embriagantes se fortalece con su consumo. La única conducta segura consiste en huir del teatro, del circo y otros lugares dudosos de diversión.14 HC 469.1

El baile es escuela de depravación—En muchas familias religiosas se hace del baile y del juego de naipes pasatiempos de sala. Se insiste en que son diversiones domésticas sosegadas, de las que se puede disfrutar con toda seguridad bajo las miradas paternas. Pero se cultiva así una afición a estos placeres excitantes y lo que se tuvo por inofensivo en la casa pronto dejará de considerarse peligroso fuera de ella. Todavía queda por ver si se puede obtener algo bueno de esas diversiones. No dan vigor al cuerpo ni descanso al intelecto. No implantan en el alma un solo sentimiento virtuoso o santo. Por el contrario, destruyen todo aprecio por los pensamientos serios y los servicios religiosos. Es verdad que hay un gran contraste entre las mejores reuniones sociales y las promiscuas y degradadas concurrencias del salón de bailes de baja ralea. Sin embargo, todas estas cosas constituyen pasos en la senda de la disipación.15 HC 469.2

La danza de David no sienta precedente—El hecho de que, en su alegría reverente, David bailó delante de Dios ha sido citado por los amantes de los placeres mundanos para justificar los bailes modernos; pero este argumento no tiene fundamento. En nuestros días, el baile va asociado con insensateces y festines de medianoche. La salud y la moral se sacrifican en aras del placer. Los que frecuentan los salones de bailes no hacen de Dios el objeto de su contemplación y reverencia. La oración o los cantos de alabanza serían considerados intempestivos en esas asambleas y reuniones. Esta prueba debiera ser decisiva. Los cristianos verdaderos no han de procurar las diversiones que tienden a debilitar el amor a las cosas sagradas y a aminorar nuestro gozo en el servicio de Dios. La música y la danza de alegre alabanza a Dios mientras se transportaba el arca no se asemejaban para nada a la disipación de los bailes modernos. Las primeras tenían por objeto recordar a Dios y ensalzar su santo nombre. Los segundos son un medio que Satanás usa para hacer que los hombres se olviden de Dios y le deshonren.16 HC 470.1

Los naipes son preludio del delito—Debiera prohibirse el juego de naipes. Las tendencias y las compañías relacionadas con él son peligrosas. El príncipe de las potestades tenebrosas preside en la sala de juegos y doquiera se juegue a los naipes. Los malos ángeles son huéspedes familiares en esos lugares. En tales diversiones, no hay nada que beneficie al alma o al cuerpo. Nada hay que fortalezca el intelecto o que le proporcione ideas valiosas para un empleo futuro. La conversación gira en derredor de temas triviales y degradantes.... La pericia con la baraja no tardará en provocar un deseo de aprovechar ese conocimiento y tacto para obtener un beneficio personal. Se juega por una suma pequeña, y luego por otra mayor, hasta que se adquiere la sed del juego, que conduce a la ruina inevitable. ¡Cuántos fueron arrastrados por esta diversión perniciosa a toda práctica pecaminosa, a la pobreza, a la cárcel, al homicidio y al cadalso! Y sin embargo, muchos padres no ven el terrible abismo de ruina que quiere tragarse a nuestros jóvenes.17 HC 470.2

El temor de singularizarse—Los cristianos profesos, pero superficiales en su carácter y experiencia religiosa, son empleados por el tentador como lazos para entrampar. Esta clase está siempre lista para las reuniones de placer y deportes, y su influencia atrae a otros. Los jóvenes y señoritas que procuran ser cristianos de acuerdo con la Biblia son inducidos a unirse al grupo y atraídos en el círculo. No consultan con oración la norma divina, para saber lo que dijo Cristo en cuanto a los frutos que debe llevar el árbol cristiano. No disciernen que estos entretenimientos son realmente el banquete de Satanás, preparado para impedir que las almas acepten la invitación a la cena del Cordero y reciban el manto blanco del carácter, que es la justicia de Cristo. Se confunden en cuanto a lo que es correcto hacer como cristianos. No quieren que se los considere singulares, y se inclinan naturalmente a seguir el ejemplo de los demás. Así caen bajo la influencia de los que nunca han sentido el toque divino sobre su mente o corazón.18 HC 471.1

Evítese el primer paso—Tal vez no veáis peligro real en dar el primer paso hacia la frivolidad y la búsqueda de placeres, y penséis que cuando deseéis cambiar vuestra conducta podréis hacer el bien tan fácilmente como antes de entregaros a hacer el mal. Pero esto es un error. Por la elección de malos compañeros, muchos han sido desviados paso a paso de la senda de la virtud a profundidades de desobediencia y disipación a las cuales consideraban una vez que les era imposible descender.19 HC 471.2

Declaración de principios cristianos—Si Vd. pertenece realmente a Cristo, tendrá oportunidades de testificar por él. Será invitado a lugares de diversión, y tendrá ocasión de testificar por su Señor. Si es entonces fiel a Cristo, no tratará de formular excusas por no asistir, sino que con sencillez y modestia declarará que es hijo de Dios y que sus principios no le permiten estar siquiera una vez en un lugar al cual no podría invitar la presencia de su Señor.20 HC 471.3

Es el propósito de Dios manifestar por su pueblo los principios de su reino. A fin de que en su vida y carácter se revelen estos principios, él desea separarlos de las costumbres, hábitos y prácticas del mundo.... HC 472.1

Nos esperan escenas maravillosas; y en este tiempo debe manifestarse en la vida del profeso pueblo de Dios un testimonio vivo, a fin de que el mundo pueda ver que en estos tiempos en que el mal reina por todos lados, hay todavía un pueblo que pone a un lado su voluntad y procura hacer la de Dios, un pueblo en cuyo corazón y vida está escrita la ley divina. Dios espera de los que llevan el nombre de Cristo, que lo representen. Sus pensamientos han de ser puros, sus palabras nobles y elevadoras. La religión de Cristo se ha de entretejer con todo lo que hagan y digan.... El desea que sus hijos demuestren por su vida la ventaja que sobre la mundanalidad tiene el cristianismo; que demuestren que están trabajando en un plano elevado y santo.21 HC 472.2