El Hogar Cristiano

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Capítulo 64—La integridad comercial

La Biblia es fuente de principios—No hay ramo de negocios lícitos para el cual no provea la Biblia una preparación esencial. Sus principios de diligencia, honradez, economía, temperancia y pureza son el secreto del verdadero éxito. Estos principios, según los presenta el libro de Proverbios, constituyen un tesoro de sabiduría práctica. ¿Dónde pueden hallar el comerciante, el artesano, el director de hombres en cualquier ramo comercial, mejores máximas para sí y sus empleados que las que se encuentran en las palabras del sabio? HC 356.1

“¿Ves a un hombre diligente en sus negocios? se presentará delante de los reyes; no estará en presencia de hombres de baja esfera.” HC 356.2

“En todo trabajo hay provecho; mas la parlería de los labios conduce solamente a la indigencia.” HC 356.3

“El alma del perezoso desea, y nada tiene.” “El beodo y el comilón empobrecerán, y la somnolencia vestirá al hombre de andrajos.”... HC 356.4

Más de un hombre hubiera escapado al fracaso y a la ruina financiera, si hubiese tenido en cuenta las repetidas advertencias que se recalcan en las Escrituras: HC 356.5

“El que se apresura a enriquecerse no será inocente.” HC 356.6

“Las riquezas adquiridas sin esfuerzo se menoscaban; pero el que recoge con mano laboriosa, las aumenta.” HC 356.7

“Allegar tesoros con lengua mentirosa, es como el fugaz aliento de los que buscan la muerte.” HC 356.8

“El que toma prestado es siervo de aquel que presta.” HC 356.9

“Llevará el daño aquel que sale por fiador de un extraño; mas el que odia las fianzas anda seguro.”1 HC 357.1

El octavo mandamiento condena ... el hurto y el robo. Exige estricta integridad en los más mínimos pormenores de los asuntos de la vida. Prohibe la excesiva ganancia en el comercio, y requiere el pago de las deudas y de salarios justos.2 HC 357.2

La falta de honradez degrada—Pierde su respeto propio [el que dice mentira o práctica el engaño]. Tal vez no sea consciente de que Dios le ve y conoce cada una de sus transacciones comerciales, que los santos ángeles pesan sus motivos y escuchan sus palabras, y que será recompensado según sus obras; pero aun cuando pudiera ocultar de la inspección humana y divina su mal proceder, el hecho de que él mismo lo conoce degrada su mente y carácter. Un acto no determina el carácter, pero quebranta la valla, y es más fácil admitir la siguiente tentación, hasta que finalmente se ha contraído un hábito de prevaricación e improbidad en los negocios, y no se puede tener confianza en el hombre.3 HC 357.3

Si al tratar con nuestros semejantes cometemos pequeñas faltas de honradez o fraudes más audaces, así trataremos también con Dios. Los hombres que persisten en una conducta ímproba seguirán sus principios hasta defraudar a sus propias almas y perder el cielo y la vida eterna. Sacrificarán el honor y la religión por una mezquina ventaja mundanal.4 HC 357.4

Rehúyanse las deudas—Muchas familias son pobres porque gastan su dinero tan pronto como lo reciben.5 HC 357.5

Vd. debe reconocer que uno no debe manejar sus asuntos de una manera que le hará contraer deudas.... Cuando uno se queda endeudado, está en una de las redes que Satanás tiende a las almas.... HC 357.6

Constituye una trampa el retirar dinero antes de haberlo ganado, y gastarlo, cualquiera que sea el fin que se tenga al hacerlo.6 HC 357.7

A quien gastaba más de lo que ganaba—Vd. no debiera dejarse arrastrar a enredos financieros, porque el hecho de estar endeudado debilita su fe y tiende a desanimarle. Aun el pensar en ello casi le enajena. Necesita reducir sus gastos y luchar para suplir esta deficiencia de su carácter. Puede y debe hacer esfuerzos resueltos para dominar su disposición a gastar más de lo que son sus entradas.7 HC 357.8

Oprobio para la causa de Dios—El mundo tiene derecho a esperar estricta integridad de aquellos que profesan ser cristianos de acuerdo con la Biblia. Por la indiferencia de un hombre en cuanto a pagar sus justas deudas, todos nuestros hermanos están en peligro de ser considerados como deshonestos.8 HC 358.1

Los que aseveran tener la menor medida de piedad deben adornar la doctrina que profesan, y no dar ocasión a que la verdad sea vilipendiada por causa de su conducta inconsiderada. “No debáis a nadie nada,” dice el apóstol.9 HC 358.2

Consejos a un deudor—Resuelva que nunca se volverá a endeudar. Niéguese mil cosas antes que endeudarse. El contraer deudas ha sido la maldición de su vida. Evítelo como evitaría la viruela. Haga un solemne pacto con Dios, de que por su bendición pagará sus deudas y no volverá a deber cosa alguna a nadie aun cuando haya de sustentarse con gachas de maíz y pan. Al ordenar la comida, es muy fácil gastar algunas monedas en algo adicional. Cuídense los centavos, y se ahorrarán pesos. Niéguese algo, por lo menos mientras le acosan las deudas.... No vacile, no se desanime ni retroceda. Sacrifique sus gustos, rehuse satisfacer sus apetitos, ahorre sus centavos y pague sus deudas. Liquídelas cuanto antes. Cuando pueda erguirse nuevamente como hombre libre, que no deba a nadie nada, habrá obtenido una gran victoria.10 HC 358.3

Consideración hacia los deudores desafortunados—Si algunos están endeudados y no pueden realmente cumplir sus obligaciones, no se los debe apremiar a hacer lo que les resulta imposible. Se les debe dar una oportunidad de liquidar sus deudas, y no colocarlos en una situación que los incapacite por completo para salir de deudas. Aun cuando una conducta tal pudiera considerarse justa, no representa la misericordia ni el amor de Dios.11 HC 358.4

Hay peligro en los extremos—Algunos no son discretos e incurren en deudas que podrían evitarse. Otros manifiestan una cautela que raya en incredulidad. Aprovechando las circunstancias podemos a veces invertir recursos tan ventajosamente que la obra de Dios será fortalecida y edificada, y esto no obstante habernos mantenido estrictamente fieles a los buenos principios.12 HC 359.1