En los Lugares Celestiales

225/367

Manifestad el amor de Cristo, 11 de agosto

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. Romanos 12:10. ELC 232.1

No debemos permitir que nuestro yo nos absorba y que olvidemos las demandas de Dios y la humanidad... Dios desea que seamos más bondadosos, más benignos y amables; menos criticadores y suspicaces. ¡Oh, si pudiéramos tener el espíritu de Cristo y saber cómo tratar a nuestros hermanos y vecinos! ... ELC 232.2

Debemos olvidarnos a nosotros mismos en el amante servicio hacia otros ... No debemos recordar algunos actos de bondad que hayamos hecho; quizá se borren de nuestra memoria. Pero la eternidad traerá en todo su esplendor cada acto realizado por la salvación de las almas, cada palabra hablada para animar a los hijos de Dios. Y estas cosas realizadas por amor de Cristo serán una parte de nuestro gozo a través de toda la eternidad. ELC 232.3

Cuando tratamos a nuestros hermanos, a menos que lo hagamos con bondad y cortesía, seguimos un proceder anticristiano. Debemos manifestar cortesía en el hogar, en la iglesia y en nuestro trato con todos los hombres. Pero especialmente debemos manifestar compasión y respeto por aquellos que están dando sus vidas a la causa de Dios ... Cuando Jesús reina en el corazón, habrá dulce amor, y seremos tiernos e íntegros el uno para el otro... ELC 232.4

No debemos dar ocasión para criticar. Un momento de impaciencia, una simple respuesta áspera, la carencia de amabilidad y cortesía cristianas en algunas cosas pequeñas, pueden dar por resultado la pérdida de amigos, la pérdida de la influencia. Dios desea que os presentéis lo mejor posible bajo todas las circunstancias: en presencia de aquellos que son subalternos como también en la presencia de vuestros iguales y superiores. Debemos ser seguidores de Cristo en todo tiempo, procurando honrarlo, tratando de representarlo rectamente en todo momento... ELC 232.5

Debemos tratar de vivir sólo para su gloria y no para que los hombres nos alaben.—The Review and Herald, 24 de febrero de 1891. ELC 232.6