Consejos Sobre el Régimen Alimenticio

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La relación del régimen alimenticio con las normas morales

La contaminación moral en los tiempos antiguos

87. La gente que vivió antes del diluvio participaba de alimentos animales, y gratificó su concupiscencia hasta que su copa de iniquidad se llenó, y Dios limpió la tierra de su corrupción moral por medio de un diluvio... CRA 70.8

El pecado ha prevalecido desde la caída. Mientras unos pocos han permanecido fieles a Dios, la gran mayoría ha corrompido sus caminos delante de él. La destrucción de Sodoma y Gomorra se debió a su excesiva maldad. Dieron rienda suelta a sus apetitos intemperantes, y luego a sus pasiones corruptas, hasta que estuvieron tan degradados, y sus pecados llegaron a ser tan abominables, que su copa de iniquidad se llenó, y fueron consumidos con fuego del cielo.—Spiritual Gifts 4:121 (1864). CRA 70.9

88. En nuestra época existen los mismos pecados que los que trajeron la ira de Dios en los días de Noé. Los hombres y las mujeres llevan ahora el comer y el beber hasta la glotonería y la embriaguez. Este pecado prevaleciente, la complacencia del apetito pervertido, inflamó las pasiones de los hombres en los días de Noé, y condujo a una corrupción general, hasta que su violencia y sus crímenes alcanzaron al cielo, y Dios lavó la tierra de su contaminación moral por medio de un diluvio. CRA 71.1

Los mismos pecados de la glotonería y la embriaguez amortiguaron las sensibilidades morales de los habitantes de Sodoma, de manera que los crímenes parecían constituir el deleite de los hombres y las mujeres de esa ciudad malvada. Cristo amonesta de esta manera al mundo: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste”. Lucas 17:28-30. CRA 71.2

Cristo nos ha dejado aquí una lección de las más importantes. El no estimula la indolencia en su enseñanza. Su ejemplo fue lo opuesto de esto. Cristo era un obrero ferviente. La suya fue una vida de abnegación, diligencia, perseverancia, industria y economía. El quiere presentar delante de nosotros el peligro de hacer del comer y beber lo más importante. Revela el resultado de ceder a la complacencia del apetito. Las facultades morales son debilitadas, de manera que el pecado no parece pecaminoso. Los crímenes son tolerados, y las bajas pasiones gobiernan la mente, hasta que la corrupción general elimina los buenos principios e impulsos, y Dios es blasfemado. Todo esto es el resultado de comer y beber en exceso. Esta es precisamente la condición que él declara que existiría en ocasión de su segunda venida. CRA 71.3

¿Serán amonestados los hombres y las mujeres? ¿Apreciarán ellos la luz, o llegarán a ser esclavos del apetito y las bajas pasiones? Cristo nos presenta algo por lo cual afanarnos que es más elevado que meramente lo que hemos de comer, lo que hemos de beber, o lo que ha de vestirnos. El comer, el beber y el vestirnos son llevados a tales excesos que se convierten en crímenes, y se hallan entre los pecados notables de los últimos días, y constituyen una señal de la pronta venida de Cristo. Tiempo, dinero y energía que pertenecen al Señor, pero que él nos ha confiado, se malgastan en innecesarias superfluidades del vestido, y en excesos propios de un apetito pervertido, que disminuye la vitalidad y trae sufrimiento y decadencia. Es imposible presentar nuestro cuerpo como sacrificio vivo a Dios, cuando está lleno de corrupción y enfermedad debido a nuestra propia indulgencia pecaminosa.—Testimonies for the Church 3:163, 164 (1873). CRA 72.1