Joyas de los Testimonios 2

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La Escuela Sabática*

El blanco más elevado

El objeto de la escuela sabática debe ser ganar almas. Puede ser impecable la manera de trabajar, y el equipo disponible lo mejor que se pueda desear; pero si los niños y los jóvenes no son conducidos a Cristo, la escuela fracasa; porque a menos que las almas sean llevadas a Cristo, se vuelven cada vez menos impresionables bajo la influencia de una religión formalista. El maestro debe cooperar mientras llama a la puerta del corazón de aquellos que necesitan ayuda. Si los alumnos responden a la súplica del Espíritu y abren la puerta del corazón para que entre Jesús, él abrirá su entendimiento a fin de que comprendan las cosas de Dios. La obra del maestro es sencilla, pero si se hace con el Espíritu de Jesús, la operación del Espíritu de Dios le añadirá profundidad y eficiencia. 2JT 557.1

Debe hacerse mucha obra personal en la escuela sabática. No se reconoce ni se aprecia debidamente la necesidad de esta clase de obra. Con un corazón lleno de gratitud por el amor que Dios impartió a su alma, el maestro debe trabajar tierna y fervientemente por la conversión de sus alumnos. 2JT 557.2

¿Qué evidencia podemos dar al mundo de que la obra de la escuela sabática no es simple simulación de piedad? Se la juzgará por sus frutos. Será estimada por el carácter y la obra de sus alumnos. En nuestras escuelas sabáticas, se les confiará a los jóvenes cristianos responsabilidades para que desarrollen su capacidad y adquieran poder espiritual. Entréguense primero los jóvenes a Dios, y luego enséñeseles en sus tiernos años a trabajar para ayudar a otros. Esta obra ejercitará sus facultades y les permitirá aprender a planear y ejecutar sus planes para bien de sus compañeros. Busquen ellos la compañía de aquellos que necesitan ayuda, no para dedicarse a una conversación trivial, sino para representar el carácter cristiano, para ser colaboradores de Dios, para ganar a aquellos que no se han entregado a Dios. ... 2JT 557.3

Debemos educar a los jóvenes, a fin de que aprendan a trabajar para la salvación de las almas; y al educar a los jóvenes para esta obra, aprenderemos también a trabajar con más éxito, haciéndonos agentes eficientes en las manos de Dios para la conversión de nuestros alumnos. Debemos estar dotados del espíritu de ferviente trabajo, y echar mano de Cristo, aferrándonos a él como nuestra única eficiencia. Debe ampliarse nuestra mente, a fin de que comprendamos debidamente las cosas pertenecientes a la vida eterna. Nuestro corazón debe ser enternecido y subyugado por la gracia de Cristo, a fin de que seamos verdaderos educadores. 2JT 558.1

Pregúntense los directores y maestros: ¿Creo yo la Palabra de Dios? ¿Estoy entregándome a Aquel que se dió a sí mismo por mí, sufriendo una muerte cruel en la cruz, a fin de que yo no perezca, sino que tenga vida eterna? ¿Creemos que Jesús está atrayendo a las almas de los que nos rodean, aun de los que están viviendo en la impenitencia y no responden a su atracción? Entonces, con contrición de alma, digamos: “Maestro, los atraeré con todas mis facultades de influencia, los atraeré a ti. Confiaré en ti, y en ti solo para que conmuevas y subyugues el corazón por el poder del Espíritu Santo.”* 2JT 558.2