Joyas de los Testimonios 1

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El ángel con la balanza

Vi a un ángel de pie con una balanza en la mano, que pesaba los pensamientos y el interés del pueblo de Dios, especialmente de los jóvenes. En un platillo estaban los pensamientos e intereses que tendían hacia el cielo; en el otro se hallaban los pensamientos e intereses terrenales. En este platillo se arrojaba toda la lectura de cuentos, los pensamientos dedicados a los vestidos, la ostentación, la vanidad y el orgullo, etc. ¡Oh, cuán solemne momento! Los ángeles de Dios, de pie, pesan con balanza los pensamientos de los que profesan ser hijos de Dios, de aquellos que aseveran haber muerto al mundo y estar vivos para Dios. El platillo lleno de los pensamientos terrenales, la vanidad y el orgullo, bajaba rápidamente a pesar de que se sacaba pesa tras pesa de la balanza. El que contenía los pensamientos e intereses referentes al cielo, subía mientras que él otro bajaba. ¡Qué liviano era! Puedo relatar esto como lo vi, pero nunca podré producir la solemne y vívida impresión que se grabó en mi mente, al ver al ángel que tenía la balanza donde se pesaban los pensamientos e intereses del pueblo de Dios. Dijo el ángel: “¿Pueden los tales entrar en el cielo? No, no, nunca. Diles que la esperanza que ahora poseen es vana, y que a menos que se arrepientan prestamente, y obtengan la salvación, perecerán.” 1JT 25.1

Una forma de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Esto es lo único que los salvará en el tiempo de angustia. Entonces será probada su obra para ver de qué clase es; si es de oro, plata y piedras preciosas, serán escondidos como en lo secreto del pabellón de Jehová. Pero si su obra es de madera, paja y hojarasca, nada podrá protegerlos del fuego de la ira de Jehová. 1JT 26.1

Tanto los jóvenes como los de más edad, tendrán que dar razón de su esperanza; pero sus mentes destinadas por Dios a cosas mejores, formadas para servirle perfectamente, se han espaciado en cosas insensatas en vez de hacerlo en los intereses eternos. Esa mente que vaga de aquí para allá, es tan capaz de comprender la verdad, la evidencia de la Palabra de Dios en favor del sábado, y el verdadero fundamento de la esperanza del cristiano, como de analizar las apariencias, los modales, los vestidos, etc. Y todos los que entregan su mente al placer que producen los cuentos insensatos y ociosos, alimentan sus facultades imaginativas; pero ante ellos se eclipsa el brillo de la Palabra de Dios. La mente queda directamente separada de Dios, y se destruye el interés por su preciosa Palabra. 1JT 26.2