Obreros Evangélicos

98/234

“Apacienta mis corderos”

La comisión dada a Pedro por Cristo precisamente antes de su ascensión: “Apacienta mis corderos,”1 es dada a todo predicador. Al decir a sus discípulos: “Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios,”2 Cristo hablaba a sus discípulos de todos los siglos. OE 219.1

La causa de la verdad ha perdido mucho por falta de atención a las necesidades espirituales de los jóvenes. Los ministros del Evangelio deben ponerse en buenas relaciones con los jóvenes de sus congregaciones. Muchos rehuyen hacerlo, pero su negligencia es un pecado a la vista del cielo. Hay entre nosotros muchos jóvenes de ambos sexos que no ignoran nuestra fe, cuyo corazón no ha sido, sin embargo, nunca conmovido por el poder de la gracia divina. ¿Cómo podemos nosotros, los que decimos ser siervos de Dios, pasar día tras día, semana tras semana, indiferentes a su condición? Si muriesen en sus pecados, sin haber sido amonestados, su sangre sería demandada de las manos de los atalayas que dejaron de darles la amonestación. OE 219.2

¿Por qué no ha de considerarse como trabajo misionero de la clase más elevada la obra hecha en pro de los jóvenes que están en nuestras filas? Requiere el tacto más delicado, la consideración más atenta, las más fervientes oraciones por la sabiduría celestial. Los jóvenes son el blanco de los ataques especiales de Satanás; pero la bondad, cortesía y simpatía que fluyen de un corazón lleno de amor hacia Jesús, conquistarán su confianza, y los salvarán de muchas trampas del enemigo. OE 219.3

Los jóvenes necesitan algo más que una atención casual, más que una palabra de aliento ocasional. Necesitan labor esmerada, cuidadosa, acompañada de oración. Únicamente aquel cuyo corazón está lleno de amor y simpatía podrá alcanzar a aquellos jóvenes que son aparentemente descuidados e indiferentes. No todos pueden ser ayudados de la misma manera. Dios obra con cada uno conforme a su temperamento y carácter, y debemos cooperar con él. Muchas veces, aquellos que nosotros pasamos por alto con indiferencia, porque los juzgamos por la apariencia externa, tienen en sí el mejor material para ser obreros, y recompensarán todos los esfuerzos hechos para ellos. Debe dedicarse más estudio al problema de cómo tratar con la juventud, más oración ferviente para obtener la sabiduría necesaria para tratar con las mentes. OE 220.1