Nuestra Elevada Vocacion

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Revelador de la gracia de Cristo, 28 de mayo

Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. Juan 16:13. NEV 156.1

Se ha dicho del Consolador: “El os guiará a toda verdad”. Cristo, mediante el Espíritu Santo, expondrá con más claridad ante quienes creen en él, lo que ha inspirado a hombres santos a escribir acerca de la verdad.—The Review and Herald, 12 de abril de 1892, pp. 226. NEV 156.2

Cristo dijo acerca del Espíritu: “El me glorificará”. Juan 16:14. Así como Cristo glorificó al Padre por la demostración de su amor, así el Espíritu habría de glorificar a Cristo revelando al mundo las riquezas de su gracia. La misma imagen de Dios debe ser reproducida en la humanidad. El honor de Dios, el honor de Cristo, está implicado en la perfección del carácter de su pueblo. ... NEV 156.3

El Espíritu obra en nosotros trayendo a menudo a la mente y en forma vívida las preciosas verdades del plan de redención. Olvidaríamos esas verdades y las ricas promesas de Dios perderían para nosotros su eficacia, si no fuera por el Espíritu, que toma las cosas de Dios y nos las muestra. ... El Espíritu ilumina nuestras tinieblas, informa nuestra ignorancia, y nos ayuda en nuestras múltiples necesidades. Pero la mente debe buscar a Dios en forma constante. Si se permite que la mundanalidad entre en ella, si no tenemos deseos de orar, ni deseos de estar en comunión con él, quien es la fuente de la fortaleza y la sabiduría, el Espíritu no permanecerá en nosotros. Los incrédulos no reciben la rica dotación de gracia que los haría sabios para la salvación, pacientes, perdonadores, rápidos para percibir y apreciar las ministraciones celestiales, prontos en discernir las trampas de Satanás, y fuertes para resistir el pecado. Dios no puede realizar su obra poderosa en favor de ellos porque son incrédulos.—The Review and Herald, 19 de mayo de 1904. NEV 156.4

La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado; significa que el pecado es quitado y que el vacío es llenado con el Espíritu. Significa que la mente es divinamente iluminada, que el corazón es vaciado del yo, y llenado con la presencia de Cristo. Cuando esta obra sea realizada por los miembros de la iglesia, la iglesia será una iglesia viva y activa.—The Review and Herald, 10 de junio de 1902. NEV 156.5