Testimonios para los Ministros

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El espíritu de Jesús

3 de agosto de 1894

Cristo identifica su interés con el de la humanidad. La obra que lleva las credenciales divinas es aquella que manifiesta el espíritu de Jesús, que revela su amor, su cuidado, su ternura al tratar con las mentes de los hombres. ¡Qué revelaciones recibiría el hombre si se descorriera el velo y pudierais ver los resultados de vuestra labor al relacionaros con los descarriados que necesitaban un trato más juicioso para no ser desviados de la senda! “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, porque lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”. TM 184.2

Siempre tendremos personas tentadas con las cuales tratar, y es esencial que nos convirtamos a Dios cada día, y seamos vasos que puedan ser usados para honra y gloria de su nombre. El verdadero valor del alma puede ser estimado únicamente por la cruz del Calvario. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Los que no están convertidos, los que no están santificados, manifestarán la clase de espíritu que tienen. Revelarán por sus gustos y aversiones que sus sentimientos naturales no se hallan bajo el dominio de una voluntad santificada. La religión de Jesucristo revolucionará al hombre entero. La verdad de Dios tiene poder para transformar el carácter. TM 185.1

Necesitamos la fe que obra por el amor y purifica el alma. Una fe que no produce este fruto no tiene ningún valor. El fruto del sarmiento mostrará el carácter de la vid. Quien sea plantado en Cristo ascenderá a mayores alturas. En lugar de actuar arrebatadamente, en lugar de impedir con vuestra severidad y aspereza que la fe y la esperanza lleguen a los descarriados, el verdadero cristiano enseñará a los ignorantes, reformará a los pecadores, consolará a los que lloran, refrenará la opresión y la injusticia, e imitará a Cristo aun en sus transacciones comerciales. En lugar de provocar reyertas producirá paz y armonía. TM 185.2

Entre aquellos que han desempeñado puestos de confianza en la obra de Dios ha habido manifestaciones de un espíritu duro, injusto y crítico. A menos que quienes han albergado este espíritu se conviertan, serán relevados de la responsabilidad de actuar en las juntas de consejo, y aun en operaciones comerciales. A menos que se conviertan, sus voces no deben oírse en el consejo, porque el resultado final es más perjudicial que beneficioso. El mal prevalece, hace pecar al hombre en palabra, y la sospecha, la desconfianza, los celos, las suspicacias, la mala forma de hablar y la injusticia se manifiestan aun en relación con la causa de Dios. Un falso celo pasa por el celo por la causa de Dios; pero las vestiduras miserables y sucias del yo deben ser destruidas y en su lugar los hombres deben aceptar la justicia de Cristo. La persecución que se está realizando entre miembros de iglesia es una cosa muy terrible. Es cierto que algunos han cometido errores y equivocaciones, pero es igualmente cierto que esos errores y equivocaciones están muy lejos de ser tan ofensivos a la vista de Dios como el espíritu duro y no perdonador de aquellos que los critican y censuran. Muchos de los que no vacilan en abrir juicio sobre otros, están cometiendo errores que, aunque no se hacen manifiestos, llevan la mancha de una maldad mortífera que está corrompiendo su vida espiritual. TM 185.3

El amor y la unidad

Dios quiere abrir los ojos de sus hijos profesos a fin de que vean que deben amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos si quieren ser salvos en su reino. Muchos están dejando ver que no son guiados por el Espíritu de Cristo sino por otro espíritu. Los atributos que ostentan difieren tanto de los atributos de Cristo como las características satánicas. Es tiempo ya de que los creyentes actúen hombro a hombro y luchen juntos por la vida eterna, en lugar de mantenerse apartados, expresando por la palabra y la acción: “Yo soy más santo que tú”. Los que quieren ejercer todas sus facultades para la salvación de las almas que perecen deben unirse corazón a corazón y ser vinculados por los lazos de la simpatía y el amor. Los hermanos deben manifestar el mismo espíritu revelado por nuestro misericordioso y fiel Sumo Sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades. Podemos insuflar nueva vida a los que desfallecen y se hallan sin esperanza. Podemos conseguir victorias que nuestras opiniones erróneas, nuestros propios defectos de carácter, nuestra poca fe, han hecho parecer imposibles. ¡Fe! Apenas sabemos lo que es. TM 186.1