Joyas de los Testimonios 1

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Andemos por la fe

Las potestades de las tinieblas rodean el alma y ocultan a Jesús de nuestra vista, y a veces no podemos hacer otra cosa sino esperar entristecidos y asombrados hasta que pase la nube. A veces estos momentos son terribles. Parece faltar la esperanza, y la desesperación se apodera de nosotros. En estas horas angustiosas debemos aprender a confiar, a depender únicamente de los méritos de la expiación, y en toda nuestra impotente indignidad fiar enteramente en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nunca pereceremos mientras hagamos esto, nunca. Cuando la luz resplandece sobre nuestra senda, no es difícil ser fuertes con el poder de la gracia. Pero para aguardar con paciencia y esperanza cuando las nubes nos rodean y todo está obscuro, se requiere una fe y una sumisión que una nuestra voluntad con la de Dios. Nos desalentamos demasiado pronto, y pedimos ardientemente que la prueba sea apartada de nosotros, cuando debiéramos pedir paciencia para soportarla y gracia para vencerla. 1JT 108.2

Sin fe es imposible agradar a Dios. Podemos tener la salvación de Dios en nuestras familias, pero debemos creer para obtenerla, vivir por ella y ejercer de continuo fe y confianza permanente en Dios. Debemos subyugar el genio violento, y dominar nuestras palabras; así obtendremos grandes victorias. A menos que dominemos nuestras palabras y genio, somos esclavos de Satanás, y estamos sujetos a él como cautivos suyos. Cada palabra discordante, desagradable, impaciente o malhumorada, es una ofrenda presentada a su majestad satánica. Y es una ofrenda costosa, más costosa que cualquier sacrificio que podamos hacer para Dios; porque destruye la paz y felicidad de familias enteras, destruye la salud, y puede hacernos perder finalmente una vida eterna de felicidad. 1JT 109.1

La Palabra de Dios nos impone restricción para nuestro propio interés. Aumenta la felicidad de nuestras familias y de cuantos nos rodean. Refina nuestro gusto, santifica nuestro criterio y nos reporta paz mental, y al fin, la vida eterna. Bajo esta restricción santa, creceremos en gracia y humildad, y nos resultará fácil hablar lo recto. El carácter natural, apasionado, será mantenido en sujeción. El Salvador, al morar en nosotros, nos fortalecerá a cada hora. Los ángeles ministradores permanecerán en nuestras moradas, y con gozo llevarán al cielo las nuevas de nuestro progreso en la vida divina, y el ángel registrador tendrá para anotar un informe alegre y feliz. 1JT 109.2