Joyas de los Testimonios 2

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Una iglesia unida en la conquista de almas

Profesamos ser depositarios de la ley de Dios; aseveramos tener mayor luz, y procuramos una norma más alta que la de cualquiera de los otros pueblos de esta tierra; por lo tanto debemos manifestar mayor perfección de carácter y más fervorosa devoción. Un mensaje muy solemne ha sido confiado a los que han recibido la luz de la verdad presente. Nuestra luz debe resplandecer para iluminar la senda de los que están en tinieblas. Como miembros de la iglesia visible y obreros en la viña del Señor, todos los que profesan el cristianismo deben hacer cuanto pueden para conservar la paz, la armonía y el amor en la iglesia. Tomemos nota de la oración de Cristo: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:21. La unidad de la iglesia es la evidencia convincente de que Dios ha enviado al mundo a Jesús como su Redentor. Este es un argumento que los mundanos no pueden controvertir. Por lo tanto, Satanás está obrando constantemente para impedir esta unión y armonía, a fin de que los incrédulos, al presenciar la apostasía, la disensión y la contienda entre los que profesan ser cristianos, se disgusten con la religión y sean confirmados en su impenitencia. Dios queda deshonrado por aquellos que profesan la verdad, mientras están en divergencia y enemistad unos con otros. Satanás es el gran acusador de los hermanos y todos los que participan de esta obra se hallan alistados en su servicio. 2JT 263.1

Profesamos tener más verdad que las otras denominaciones; pero si esto no nos lleva a una mayor consagración, a una vida más pura y santa, ¿de qué beneficio nos resulta? Sería mejor para nosotros no haber visto nunca la luz de la verdad que profesar aceptarla y no ser santificados por ella. 2JT 263.2

A fin de determinar cuán importantes son los intereses que entraña la conversión del alma del error a la verdad, debemos apreciar el valor de la inmortalidad; debemos comprender cuán terribles son los dolores de la segunda muerte; debemos apreciar el honor y la gloria que aguardan a los redimidos, y entender lo que es vivir en la presencia de Aquel que murió para que pudiese elevar y ennoblecer a los hombres, y dar al vencedor una diadema real. 2JT 264.1

Las mentes finitas no pueden estimar plenamente el valor de un alma. ¡Con cuánta gratitud recordarán los rescatados y glorificados aquellos que hayan sido instrumentos de su salvación! Nadie lamentará entonces sus esfuerzos abnegados y labores perseverantes, su paciencia, longanimidad y fervientes anhelos por las almas que podrían haberse perdido si hubiese descuidado su deber o se hubiese cansado de hacer el bien. 2JT 264.2

Entonces los que sean dignos de ir vestidos de blanco se hallarán reunidos en el redil del gran Pastor. Desde su trono, el Cordero saludará al obrero fiel y al alma salvada por su labor y los conducirá al árbol de la vida y a la fuente de aguas vivas. ¡Con qué gozo contemplará el siervo de Cristo esos redimidos, que podrán compartir la gloria de su Redentor! ¡Cuánto más precioso será el cielo para los que hayan sido fieles en la obra de salvar almas! “Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” Daniel 12:3. 2JT 264.3